León tiene aún poco que celebrar en el tren

Los actuales tiempos no están para celebraciones. Y en el caso de León, muchos menos, sobre todo si se habla del tren. La capital leonesa esperó años y años para ver cómo desaparecía esa lacra que era el paso a nivel de El Crucero. Años de promesas y más promesas, que nunca terminaban de convertirse en realidad.

Finalmente, el horizonte del AVE alumbró una nueva ciudad al oeste. Más céntrica, más abierta e integrada con el conjunto. Desapareció el paso a nivel y se proyectó la integración de las vías, en lo que venía a ser el alumbramiento de otro León.

Pero, justo ahora, cuando se van a cumplir los 150 años de la llegada del tren a la capital leonesa, León vuelve a las promesas incumplidas. El AVE sigue sin llegar, y lo peor es que nadie da una fecha exacta de cuándo va a entrar en León; la integración se fue al limbo, y con ella esa ciudad futura, al igual que esa gran estación, que ahora se ve no hay dinero para ejecutarla, o al menos eso es lo que dicen. Sin olvidar la eliminación de frecuencias de trenes y de Alvias.

Es cierto, que la situación exige que se racionalice el gasto y que se ejecuten sólo aquellas infraestructuras que son de vital importancia para la provincia, pero no lo es menos que León no puede renunciar al desarrollo que supone la llegada del AVE.

Un progreso ya anunciado y ejecutado en gran medida, que las instituciones leonesas deben pelear para que no se pierda y exigir al Gobierno que lo finalice ya. Y mientras eso no suceda, León tiene poco o nada que celebrar en el tren.