Diario de León

LA SEMANA

Solo nos faltaba una mocion de censura

Publicado por
CAMPO VIDAL
León

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Está la economía maltrecha y los brotes de su recuperación aun sin color verde; está el país estremecido con el escándalo Bárcenas, más lo que falta por llegar; está la credibilidad de las instituciones nuevamente dañada porque se nombró Presidente del Tribunal Constitucional al magistrado Perez de los Cobos, militante del PP, y encima se amenaza ahora con el auto sacramental de una moción de censura de impulso periodístico. En el ejercicio de un recurso parlamentario tan extremo como digno, nunca se producirá tanto desprestigio de unos y otros, si llega al Parlamento en estas circunstancias. Mariano Rajoy, aún blindado por su mayoría absoluta, debería desoír a sus asesores de corto vuelo aconsejandole que no la evite para deteriorar aún más la oposición. En un ejercicio de responsabilidad, debería resolver la papeleta ya.

Son demasiados golpes a la credibilidad del país, demasiados titulares en la prensa extranjera dañando la reputación de la marca España y sembrando dudas entre los inversores sobre nuestra seguridad jurídica, como para mantener abierto este frente inoportuno que el Presidente puede cerrar en un minuto solicitando una comparecencia para hablar de la financiación ilegal del PP, que es tan inadmisible, como cuando la practica Convergencia, Unió, el PSOE o cualquier otra formación.

En el caso Barcenas, aún queda munición para disparar. Un alto cargo en Moncloa describe así la situación: «Es inconcebible que todo esto pase bajo la dirección de un periodista aliado con el eje del mal». Es más complejo que todo eso, aún sin negar la afirmación. Barcenas chantajea buscando un indulto, como lo buscó sin éxito Roldán, ataca a Rajoy porque es donde más duele, desprestigia a la señora Cospedal porque lo quiso echar del PP al llegar a la secretaria general, calla sobre sus antecesores Javier Arenas y Alvarez Cascos porque convivieron plácidamente con él durante su mandato y guarda el secreto de los nombres que comparten cuenta corriente con él en el exterior, o a quien representa, porque nadie piensa ya que todo el dinero a su nombre es suyo. Y desde luego, ahí no encontrarán a Mariano Rajoy.

Todo esto es deplorable pero, a pesar de lo que estamos viendo, no todos los políticos son iguales. El Supremo acaba de reconocerlo en el caso de José Blanco, cuya causa por supuesto tráfico de influencias ha sido archivada. El político gallego anuncia que, aún así, se retira de la primera linea de la política y cierra el caso con una frase estremecedora: « Dorribo me difamó para salir de la cárcel». Es decir, iban a por él y se traficó desde el juzgado con la libertad del denunciante si se avenía a desprestigiar a un miembro del Gobierno. El episodio ha quedado en nada, en cuanto a responsabilidades del exministro Blanco, porque no había nada. Pero el daño político infligido es irreparable y, además, se constata que la moneda de cambio para salir o entrar en la cárcel, es la difamación ajena al servicio de cacerías políticas. Y otra cosa: ¿Necesitaba la Justicia dos años de tortura pública y familiar para que resplandeciera la verdad?

Estamos viviendo una crisis institucional como no se conocía en democracia. El sistema político está desprestigiado por la financiación ilegal de los partidos, la Monarquía erosionada, la Justicia cuestionada, el reflejo preocupante en medios que conspiran y en una sociedad civil debilitada, más este golpe del presidente del Tribunal Constitucional ocultando al Senado su militancia política. No vale ahora dilatar tiempos y jugar a política de salón. Hay que dar la cara cuanto antes y limitar, si se puede, los daños. Solo nos faltaba ahora una moción de censura.

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