Diario de León

EL RINCÓN

Teoría del desconocimiento

Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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El mal llamado «Cavaliere» ha esquivado la cárcel «por su edad», que si bien es muy avanzada hay que reconocer que se anticipó a todos sus compatriotas en la carrera de los negocios. El Supremo le ha condenado por el delito de fraude en el caso Mediaset, pero tanto sus cómplices como sus admiradores deben estar tranquilos: el tres veces ex primer ministro de la divina península no va a estar entre rejas y cumplirá la sentencia en arresto domiciliario o bien en servicios sociales. Va a cumplir también 77 años, y eso no se los quita nadie, ni siquiera sus abogados. El sabrá lo que le cuestan. ¿Será por dinero? Berlusconi es riquísimo y no solo va a mantener su riqueza, sino su escaño de senador.

El poderoso azar ha unido su nombre con el de Rajoy. Eso que llamamos actualidad, que es la voluble musa del periodismo, les ha juntado en las primeras páginas de los diarios europeos y en las radios y en la televisión, pero no tienen nada que ver uno con otro. Rajoy es una persona decente y Berlusconi es un golfo de levita. Además no es eso lo único que les diferencia, porque el italiano es un tipo listísimo y el español un cándido pichón que aunque cobrara sobresueldos, no lo hacía en dinero negro y los declaraba a Hacienda. ¿Llevaba razón Anatole France cuando decía que es preferible un malvado a un tonto, porque los malvados descansan? Ciertamente, por muchas mentiras que se digan, nadie puede ser malo las veinticuatro horas, pero los tontos son vitalicios.

Los dos alegan que sus equivocaciones se debieron a un exceso de confianza y han elaborado lo que pudiéramos llamar una teoría del desconocimiento. Los dos están tocados del ala en un momento en el que Europa debe emprender el vuelo. Berlusconi no quiere oír hablar del peluquín y Rajoy va a seguir tiñéndose impetuosamente el pelo, pero ambos sufren el mal de altura. El poder produce vértigo y no se puede tener ni un harén, ni un cajero sinvergüenza. Conviene saber con quién se gasta uno los cuartos.

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