Diario de León

HISTORIAS DEL REINO

Golfos reales (I)

Publicado por
MARGARITA TORRES
León

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Al pobre de Iñaki Urdangarín le crecen los enanos. En este país nuestro tan dado al despiporre no podíamos esquivar tema tan jugoso como los escarceos del infante consorte. Años atrás, cuando Doña Cristina se casó, algún graciosete nos explicó el origen del apellido del marido. Urdangarín, en vasco, surge de la unión de dos palabras: urdanga (cerda, prostituta, ramera) y arin (ágil). Dicho a la leonesa: gocha veloz. Vaya tela.

Y como a todo gorrino le llega su Santo Martino, pues a Iñaki le cayeron sus e-mails del cielo de Internet, donde todo queda, donde todo se espía. Pobre duque consuerte. Pero no ha sido el primero, ni será probablemente el último de nuestro ilustre tronco real, que tanta gloria ha dado a la historia de nuestro país, cuyos escarceos amatorios, o rarezas, se conozcan.

De hecho tan esclarecidas páginas de nuestro ayer comienzan con el fundador de la dinastía hoy reinante, Felipe V de Borbón, que nunca se cortaba ni el pelo, ni las uñas, dejó de lavarse y la ropa, de puro roñosa, se le caía a cachos descubriendo sus reales pendientes. Una joya. Como su nuera, aficionada a saludar con ventosidades al personal que, horrorizado, propuso incluso exorcizarla, pues, a mayores, era aficionada a enseñar francés a cambio del dominio de otras lenguas.

Pero si un malandrín coronado destaca entre los borbones, éste es Fernando VII, «El Deseado». De él cuentan los cotillas de su tiempo que su miembro viril era tan descomunal, y sus maneras tan zafias y burras, que una de sus esposas tuvo incontenible diarrea la noche de bodas y otra, la futura madre de Isabel II, ideó un aparatito a manera de cojín agujereado para poder consumar y ofrecer sucesión a la corona.

Fina salió la niña Isabel II. Al desposarse con Paco Natillas, su primo el príncipe Francisco de Asís de Borbón, renegó ciento y uno de tener que compartir lecho con quien llevaba en su camisa más bordados que la dama en la suya. Quizás por eso entre quienes colaboraron a los cuernos reales se contaron el general Serrano, el compositor Emilio Arrieta, el militar Puig y Moltó, o José María Ruiz de Arana. Hay, incluso, quien, desvergonzado, buscó parecidos entre estos pollos y el futuro Alfonso XII. Regado dejaron el reino de vástagos no oficiales el duodécimo y su hijo, que partió de España cuando nos convertimos en República. Eso sí: por poco tiempo.

Visto lo visto, me quedo con los reyes de León que, aunque con amantes, trapicheos e hijos bastardos, al menos dejaron para nuestra gloria fueros, leyes, cortes con presencia del pueblo, y ciertos aires de libertad en un tiempo complejo en el que, hasta los alemanes, nos respetaban. Partiendo de la nada, hemos alcanzado las más altas cotas de la miseria… Eso sí: qué bien nos viene el Iñaki para desviar la atención de la crisis.

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