Diario de León

LA VELETA

Siempre nos queda Gibraltar

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León

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Agosto es un mes difícil para la información porque los protagonistas también se van a la playa o a la montaña; se esconden, respiran y cogen aire para volver a la primera plana a comienzos de septiembre. Almorzar una noticia con gancho es la obsesión de quienes se quedan de guardia en las redacciones. Cada verano hay un clavo ardiente; este ferragosto ha sido Gibraltar.

Es cierto que Fabián Picardo es un chulo de libreto. Le encanta provocar para demostrar que existe. Si el infierno se va a congelar antes que sacar los bloques de hormigón del fondo se verá en función de lo que digan las autoridades del Reino Unido. Pero realmente no son los bloques el problema. Es la actitud reiterada de incumplimiento de la legalidad internacional, adobada de ese plus de provocación del político gibraltareño. La provocación es cierta; la respuesta es un gesto de firmeza y un brindis a los periódicos españoles para que dejen un rato en paz el divorcio de Luis Bárcenas y Mariano Rajoy.

Gibraltar ha salvado a los periódicos y le ha dado un alivio al Gobierno. Ha sacado músculo en un mundo en el que España pinta muy poco. Y es difícil no estar indignado con el tema de Gibraltar, y por lo tanto casi es obligado apoyar al Gobierno en estas lides. Por varias razones. El peñón ya no tiene utilidad o interés estratégico desde el punto de vista de la Defensa. Pero es un grano infectado en la historia de España y un anacronismo colonial que el tiempo se encargará de diluir.

Gibraltar exige políticas de largo recorrido y respuestas puntales a cada incumplimiento de la legalidad internacional. La constante debe partir de hacer inviable el sistema de vida de Gibraltar al margen de las normas de la UE. Hay que imposibilitar el «paraíso fiscal» y hay que cerrar la posibilidad de que los ciudadanos de Gibraltar puedan beneficiarse al mismo tiempo de la fiscalidad del peñón y de las ventajas de la residencia en España.

Desparecidas las ventajas del paraíso gibraltareño hay que neutralizar la animadversión de los ciudadanos del peñón hacia España. Y al mismo tiempo mantener viva la batalla de la descolonización y la devolución a la soberanía. El peso que recupere España en el mundo es fundamental para ese planteamiento estratégico. Gibraltar no es importante para la Otan; Rota si lo es. Y uno de los puntos de presión debe ser la ecuación de que la base de Rota no tiene futuro sin la devolución de Gibraltar.

La cuestión de Gibraltar no se resuelve con calentones de verano. Y como hueso para distraer a los ciudadanos está tan gastado que ya no tiene sabor.

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