LA LIEBRE
Fumaos
La risa que nos hubiéramos echado todos juntos si los guardias civiles, en vez de darles el alto en Valencia de Don Juan, hubiesen estado en la hora del café y el pincho. La semana habría sido mucho más entretenida con el humo de ese kilo de marihuana —ya será menos cuando seque, que todavía está verde— que la Benemérita pilló en el coche de los dos concejales del PP, junto con una balanza y las bolsitas de plástico para el envasado acorde a lo que marca Sanidad para los alimentos manufacturados. El cargamento con el que sobrellevar el tedio de una realidad política que los dos ediles populares, representantes en Campazas y Gusendos de los Oteros, podrían haber animado con un par de caladas.
Una calada para tomarse a broma la elevación a los altares de la Academia de las Ciencias Morales y Políticas del insigne Martín Villa, quien no tiene aquí homenajes desde que le sacaron a la sillita de la reina los vecinos de La Cabrera para que no se manchara de barro los zapatos, antes de arrojarnos al fango de la unión con Castilla.
Una caladina para poner sonrisa tonta cuando, después de más de dos años de mimetizarse con el fondo, a Antonio Silván le da por sacar la cabeza para celebrar la inversión del Gobierno en el AVE. Un dinero que empezó a negar el campeón socialista José Blanco y que después, ya con el PP en Moncloa, ha tirado 1.000 millones dirección a las Rías Baixas para adelantar la alta velocidad gallega. Un impulso, mientras aquí los taludes de la plataforma sin vías quedaban para que los cagaran los grajos, ante el que valiente consejero de Fomento leonés hizo la ola. Más o menos como con la paralización de la integración en la ciudad, al tiempo que continúa el desarrollo ferroviario en Valladolid con el aval de la Junta y el Estado.
Un caramelín con flores de María tampoco habría sobrado para relativizar las últimas reflexiones de Zapatero, quien se paseó por León para presentar un trabajo sobre la memoria histórica que lleva más de dos años editado. Un aliciente para entender cómo ahora el ex presidente, con la promoción de su libro, le cuenta en una entrevista a El Mundo que él no improvisaba, sino que «quien improvisaba era la crisis» y que fue «un dramático desgarro» acordarse en el 2010 de que había prometido en Rodiezmo que no cedería, que no recortaría. Como se ponga a acordarse de todo vamos a tener que buscar cogollos a Holanda.
Yo quiero de lo que fuman estos.