Diario de León
Publicado por
javier tomé
León

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Esta columna, les prevengo, está basada en hechos reales, aunque se trate de un asunto asqueroso de principio a fin. Vivimos una existencia plagada de cláusulas abusivas, ya que la amabilidad y la buena educación parecen haber pasado a la historia. Una evidencia que atañe tanto a grandes como a chicos, enfangados en ciertos casos en eso que se conoce como acoso escolar. La Policía Nacional ha lanzado una campaña contra semejante pandemia zoquetoide, a la que ponen cara personajes públicos como Iker Castillas o Iniesta. La idea es cortar de raíz el arsenal de humillaciones que conlleva el acoso, para prevenir la violencia que se trasladará mañana a las calles. Hacer desgraciados a los demás no me parece una gran idea, ni tampoco desfogar en el compañero las malévolas pasiones que encrespan el fuego del corazón humano. Es cierto que más vale comer que ser comido, Napoleón dixit, pero los colegios deberían ser territorios para compartir, asociarse y pensar en común, no un criadero de kamikazes de bolsillo.

Uno de esos muchachos asilvestrados y agresivos la ha tomado aquí en León con José Antonio Gago, un chaval de 15 años que es hijo de mi amiga Ana. Para celebrar la catequesis de la juventud y en plan soldadito valiente, le obsequió a José Antonio con toda una lección de bofetología, y ello sin mediar provocación alguna. Recreándose en la suerte, culminó su modesta hazaña con unas cuantas patadas en la cabeza, a modo de guinda para el pastel. La historia acabó en una visita al hospital y puesta en conocimiento del caso a la fiscalía de Menores que dirige el gran Avelino Fierro, abogado de profesión y literato de vocación. En fin, hablando en términos generales, no podemos consentir que en los colegios impere la ley de la jungla, distribuida a cachetadas por unos cafres que parecen estudiar para boxeadores.

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