Diario de León

TRIBUNA

Fernando, la fe del empresario

Publicado por
Pedro Rabanillo Martín
León

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Conocí a Fernando Santos Vicente apenas abandonada su adolescencia, y por mi humilde intuición, adiviné que el porvenir que le esperaba era exponencialmente revelador. De ahí el ritmo que ha tomado desde el comienzo de su andadura empresarial para llegar a una meta sin final.

Fernando es una persona con un instinto arrollador en sus creencias, a las que no pone freno, gozando de la seguridad que en una hipotética frenada le responda el mecanismo, llegando sin riesgo a culminar el viaje de sus ambiciones.

Fernando es el prototipo perfecto del joven emprendedor, del que hoy deberían tomar ejemplo todos los aspirantes a introducirse en el competencial macro-mundo empresarial, del que la sociedad en general espera respuestas para un futuro esperanzador, que sirva de catalizador para morder con redaños en el fuerte desempleo, al tiempo que proporcione trabajo para ir acabando con los dramas familiares que vive nuestra desesperada ciudadanía.

A finales de los 80 comenzaron nuestras relaciones, yo como miembro de la Junta de Gobierno de la Asociación Leonesa de Comercio (Aleco), y Fernando como agente publicitario del Diario de León. La sintonía, no me duelen prendas afirmarlo, fue perfecta. Ambos caminábamos por el mismo sendero en que se mueven las inquietudes. Solamente diferíamos, como es lógico, en la edad.

Fernando me aventajaba por esa visión precisa que posee de cómo deberíamos evolucionar en la inefable creación de Aleco, para salvar el atasco económico que se nos venía encima.

La aparición de los gigantes de la distribución comercial con la que nacía la crisis, aún persiste con signos de muy difícil solución. Las ideas que ponía sobre la mesa eran la punta de lanza para conseguir los propósitos que se imaginaba... El tema era luchar con tesón y extender la asociación del ámbito local a otras esferas más ambiciosas.

La oposición de la mayoría de los miembros de la junta de gobierno abonaba otro criterio, y se frustró la operación. Dadas las circunstancias, nunca sabremos si fue un acierto o más bien, un clamoroso error.

El hecho de que haga mención a lo anteriormente expuesto, se debe a poner más en el valor la hazaña que ha conseguido de incorporarse al concierto empresarial con gran notoriedad, superación y solvencia; virtudes no aptas para quienes no poseen cualidades esenciales para emprender tal aventura, y más en las circunstancias por las que está pasando hoy el desconcertado mundo de los negocios.

El traer esta cita a la prensa, se debe a la voluntad de brindar un sencillo homenaje a quien merece el reconocimiento de todas las personas que saben valorar el triunfo en un ambiente hostil, como el que desgraciamente están sufriendo una parte muy acusada del ámbito empresarial en las distintas ramas y sectores.

Personalmente conozco su intención de llegar más lejos en la crónica de los éxitos. Por tanto puede estar seguro de que mi reconocimiento y respeto estará siempre en la vanguardia del premio más entrañable, mi gran afecto personal. Aprovecho para extender mis felicitaciones a sus queridos padre y madre, que hoy se sienten felices disfrutando del triunfo de sus bien sudadas inquietudes.

Una vez expresado este merecido panegírico a tu envidiable trayectoria, quisiera, abusando de la mutua confianza que nos profesamos, me autorices a hacer un llamamiento a asociaciones empresariales e instituciones administrativas y políticas, para que te faciliten la posibilidad de dirigirte, mediante charlas o conferencias, a grupos de personas interesadas en seguir tus consejos; a los que ya están en ello y a los que deseen incorporarse para tomar el camino más directo para conseguir implicarse en el difícil concierto empresarial. Siempre y cuando tu apretadísima agenda te lo permita.

León es una provincia muy escéptica, cuycas gentes raramente confían en sus muchas posibilidades y que más bien se han dejado llevar por opciones subvencionadas, exceptuando algunos puntales muy destacados en la alta competición empresarial, prestos a seguir por el camino de la superación.

Tenemos ejemplos claros como el del ya desaparecido y de feliz memoria don Pablo Díez, don David Álvarez y otros a los que no alcanza mi memoria, dignos de destacar por la magnitud de alto empresariado industrial y comercial y, la extensión casi universal de don Amancio Ortega, ariete destacado en el ámbito de la economía mundial.

Hoy, como fenómeno destacado, tenemos al amigo Fernando en la palestra de la información, cuyo mérito alcanza límites insospechados, después de atravesar el desierto en pleno arenal de agonía económica, y presto a doctorarse con matrícula de honor en la universidad de los genios insignes.

Es difícil abstraerse a la celebración de los méritos que rodean a este joven emprendedor en sus comienzos, hoy ya empresario con mayúsculas.

Es por tanto de ley, aprovechar en lo posible la experiencia que ha cosechado, y transferir su historial a esa parte de la juventud que mira con inquietud el futuro, pero que está dispuesta a asumir riesgos y enfrentarse con valentía a las posibles dificultades que exige el comienzo de cualquier profesión.

Con cautela le pedimos sea generoso con quienes le soliciten consejo de cómo afrontar un futuro proyecto.

Sin abandonar el protocolo de su distinción como Empresario Leonés del año, huelga decir que para mí personalmente no ha constituido en absoluto una sorpresa.

Era cuestión de tiempo. El nombramiento de Empresario Joven en la cita anterior, marcaba el camino a la elección de «patrono Mayor» en una difícil generación de jóvenes marginados sin oportunidad de realizarse.

Ya no queda más que reiterar las felicitaciones por el éxito alcanzado, no solamente por la designación, sino porque tal distinción viene, de alguna manera, inducida por esa política de singular desparpajo que le caracteriza, con la que ha sido capaz de colocarse en la cima de la profesión escogida, con proyección a cotas más elevadas.

Terminamos evocando ese sello de confianza que marca la vida, buscando la simbiosis de la pasión por el trabajo y la fe innata del empresario ejemplar.

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