Los centros educativos no pueden ser peligrosos

El caso del alumno del IES Legio VII ha puesto de manifiesto un problema que en demasiadas ocasiones no alcanza la relevancia pública que se merece. Las quejas de los escolares, de los padres o incluso desde los propios colegios e institutos sobre las carencias o deficiencias de los centros no siempre son debidamente atendidas.

Es verdad que no es éste el mejor momento para pensar en grandes inversiones porque las limitaciones de las administraciones son evidentes pero sí existe un límite claro que pasa porque esos centros no pueden plantear situaciones de peligro para los alumnos y más si son tan relevantes como ocurre en este caso del Legio VII.

La Junta de Personal de Enseñanza dispone de un informe en el que se asegura que en un 70% de los institutos de la provincia existen deficiencias. Los sindicatos dicen que desde hace diez años se han frenado las inversiones en los centros, una situación ya de por sí alarmante.

Ahora la Dirección Provincial de Educación anuncia obras urgentes para evitar nuevos accidentes en este instituto ubicado cerca de San Isidoro. La respuesta parece la adecuada pero surge la duda de si es necesario que se produzca un problema grave como el de este chico de tercero de la ESO para que se tomen iniciativas para resolver problemas. Desde el centro se habían planteado quejas por las deficiencias desde 2011 y no había llegado la respuesta. Educación debería estar más atenta para prevenir y no actuar cuando ya se generó el daño.