Diario de León
León

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Le han pintado un retrato al güelo Ataúlfo para que veamos cómo éramos hace 7.000 años. Un lienzo en el que el paisano que encontró Txiki en una sima de La Braña ha salido moreno como si se hubiera pasado el mes de julio en la hierba, con los ojos azules de arrebatar doncellas, los pómulos angulosos, la nariz fina que hace más de tres operaciones le prometieron a Belén Esteban, las greñas desordenadas de Vigo Mortensen y la barba espesa a medio cuidar que puso de moda Eugenio en los ochenta.

Vamos, que ha sido ponerme delante del espejo, con la reproducción del CSIC al lado, para ver cómo se caía abajo la teoría darwiniana de la Evolución de las Especies; comparen ustedes si quieren con la foto de arriba. Pero resulta que el güelo podría pasar por galán de revista.

Una publicidad que ha disparado las visitas al Museo de León, que no deja de ser también la evolución de la ferretería de Pallarés. Colas para asomarse al esqueleto que han armado en una urna, como si la paisanada quisiera reclamar los rasgos para desvincularnos del relato común que nos embridaba con el landismo. El vacile que nos han colocado los titulares de los periódicos y revistas nacionales e internacionales: «Un cazador leonés moreno y de ojos azules, el hombre de hace 7.000 años».

Casi como un anuncio de relax de los que les dictan a Mila y a Pilar en el teléfono de la oficina comercial del Diario, pero sin los 25 centímetros que cuelgan. Una presión para la legión de rapaces que tienen que emigrar para vivir. Guajes a los que ahora no creerán por ahí fuera cuando digan que son de León y, ante la incredulidad, tengan que explicar que el top model es un primo que mandaron los abuelos con las vacas de pequeño al lago Baikal, en Siberia, que es donde dicen los estudiosos que se encuentra el fenotipo más cercano.

La anécdota en la que se quedará uno de los hallazgos más importantes de los últimos años. Una revelación científica que aquí no ha pasado por ahora del folclore y de las pugnas estúpidas de los políticos locales por rentabilizar los huesos.

El hallazgo que muestra que el paso al sedentarismo, a la conversión en cazadores recolectores, alteró por completo el metabolismo y el sistema inmunológico. El güelo era intolerante a la lactosa. Cómo no vamos a tener mala leche.

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