Diario de León
León

Creado:

Actualizado:

Reúne Leopoldo María Panero un hatillo de etiquetas para colgar de los versos con las que se adornan los horteras y los afectados. Una colección de lugares comunes con la que los adoradores de mitos se masajean el ego para reconciliarse con sus límites, con las afueras del loco, homosexual, borracho, drogadicto e hijo de poeta del régimen que les amarga las rimas. El último maldito de la literatura. Una tentación para los cínicos que se engolan al citarlo como un autor de culto sin haber leído más allá de lo que aparece en la primera búsqueda de Google: los mismos que se palpan la barbilla ante un cuadro en blanco colgado de la pared de un museo. Un personaje del que presumir que se conocía, que se le escuchó una vez en una charla, que se le vio en un conferencia rodeado de sus hermanos... La saga a la que convirtió en metaliteratura la película El Desencanto, rodada por Jaime Chávarri, en la que se despellejan entre sí inspirados por la presencia de la madre que les enseñó de pequeños que las camadas de perros se purgan al tirarlos en una caja al río, pero con agujeritos para que respiren. «Dulcifica», explica la matriarca cuando la preguntan por el gesto, recostada en el jardín de su casa de Astorga. El escenario de fondo de la decadencia de una familia reivindicada por la izquierda como un souvenir, después de que al padre le sellaran como expurgo en las bibliotecas su Canto General por enfrentarse a Neruda.

El tratamiento con el que despacha León a Leopoldo María Panero, entre cumplidos y pésames enlatados, retrata el carácter de una tierra en la que los raros molestan después de que hayan divertido un poco a los invitados, quienes luego pueden contar las anécdotas de cuando bebía coca-cola y se levantaba a mear cada rato como si así creyeran que componía un poema prostático. Un lugar en el que la miseria intelectual sublimada por los políticos hizo que el PSOE le convenciera para presentar un poemario al premio González de Lama, como parte del pago de una conferencia, para que luego el PP lo declarara desierto para ahorrarse el dinero y la lectura del libro. Rosa enferma , que se publicará en otoño, permitirá que algunos se acerquen a la obra sin saber que cumplen con la profecía de los versos que dejó escritos en Dedicatoria : «yo que todo lo prostituí, aún puedo / prostituir mi muerte y hacer / de mi cadáver el último poema».

Y ahora, escupid, malditos.

tracking