Diario de León

SEGURIDAD Y DERECHOS HUMANOS por ARTURO PEREIRA

Bajo mi paraguas

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La canción de Rihanna, declarada la cantante mundial más escuchada, lleva el título de Bajo mi paraguas, bueno realmente el título exacto es sólo «paraguas». Se podría afirmar que la «top ten» de la música, además de unas dotes musicales impresionantes, junto con una belleza espectacular, posee un sentido adivinatorio para la climatología y tras este éxito el diluvio universal pareció llegar a España.

A nadie se le ha escapado el hecho que en estos últimos meses el clima ha sido horrible. Viñetas en los periódicos como la que representaba a un niño gallego sacando de paseo a una sardina en lugar de un perro u otra de un niño vestido de buzo para ir al colegio, son suficientemente gráficas de lo que acontecía. La lluvia y nieve nos han dado un invierno soberano. Hacía años que no se veían tantos paraguas en la calle. Atrás quedaron las quejas de los comerciantes de Santiago de Compostela de que ya no se vendían paraguas como antaño. Ciertamente, en este invierno se batieron todas ventas de este artilugio.

El paraguas puede parecer algo meramente finalista, sirve para evitar que nos mojemos. Es obvio. Pero tiene también algo de siniestro, siempre le he mirado con cierta desconfianza. En el ámbito cinematográfico más reciente vemos como en la película Resident Evil la compañía causante de que todo el planeta se convierta en zombies se llama «Umbrella» es decir, «paraguas». Nada favorable al prestigio del mismo.

En otras ocasiones el paraguas sirve para defender el bien y en la famosa serie Los Vengadores el protagonista bueno, el Sr. Steed impecablemente vestido a lo británico siempre va acompañado de su paraguas para hacer cumplir la ley y castigar al malo a base de paraguazos.

Para bien o para mal el paraguas no sólo es un instrumento impermeable al agua. Se puede convertir en un arma letal. El lector que tenga curiosidad en profundizar en los distintos usos del paraguas puede comprobar como se anuncian cursos de esgrima con paraguas. La idea central es simple, consiste en considerar al paraguas un sustituto de una espada o sable.

Sin llegar a esos niveles de sofistificación el paraguas ha sido utilizado como arma defensiva en casos documentados en prensa de mujeres que han conseguido repeler agresiones a base de paraguazos.

Otro ámbito de actuación con paraguas son los campos de fútbol. En el año 2011 investigaciones policiales exculparon a un menor que alcanzó con su paraguas a un juez de línea en el campo del Granada. Según el informe policial el paraguas se rompió al ser de mala calidad y un trozo del mismo impactó al línea que no se acaba de creer que el golpe recibido fuera fruto de la mala suerte.

Pero si hay expertos en intimidar de manera sutil a los jueces de línea es en nuestro querido Bierzo. Tengo testimonios de jueces de línea que corrían la banda en el antiguo campo de Fuentesnuevas. Campo para todos los aficionados de grandes recuerdos y anécdotas de lo más variado. Pues bien, no era precisamente el preferido de los líneas. Todos recuerdan que tenía cierta inclinación o abombamiento en el centro con lo que le resultaba difícil ver con nitidez lo que ocurría en las bandas al árbitro. Esto unido a que los espectadores estaban pegados literalmente a los líneas, facilitaba el uso del paraguas por el asa en forma de cachaba para cazar al asistente. Insisto que estas son afirmaciones de algún línea que dijo haber sufrido tal vicisitud. Yo le contesté que seguro fue una mala interpretación por su parte dado el «fair play» de la afición deportivista y que lo que pretendían, con toda certeza, era evitar que se cayera en momentos puntuales en los que se pudiera ver comprometida su estabilidad porque barro sí que había en las bandas.

Para mala leche a la hora de utilizar el paraguas, los servicios secretos búlgaros que fueron unos especialistas. En 1978 Georgi Ivanov Markov se había ido a vivir a Inglaterra por ser un disidente del gobierno comunista de su país, Bulgaria. Trabajaba en la BBC y no paraba de hostigar con sus artículos al gobierno búlgaro. Este, cansado de tanta hostilidad envió a Londres un agente secreto quien mediante un dispositivo incrustado en la punta de un paraguas le inoculó veneno que le causó la muerte en cuatro días.

La técnica fue muy sencilla, Markov estaba esperando el autobús, el agente secreto le golpeó levemente en la pierna con el paraguas y le inyectó el veneno, eso sí se disculpó muy amablemente por la inconveniencia. Primero fue la fiebre, luego un estado de gravedad irreversible y se acabó la disidencia de Markov.

Este uno de los múltiples sucesos en los que un paraguas ha jugado un papel siniestro. Agatha Christie en sus novelas hace referencia constantemente al paraguas. Algo habrá, como se dice vulgarmente, cuando este artilugio se ve involucrado en tantos casos luctuosos y raros. Hoy no contaré nada del hombre del paraguas próximo al coche del presidente Kennedy cuando fue asesinado. Es una historia inquietante y sin resolver que merece capítulo aparte.

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