Diario de León
Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

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Tanto su traza como su olfato eran los de ese viejo periodista cuya raza se extingue, esa que paría una redacción con ceniceros, una calle sin puertas y una noche confidente.

Hablo de Faustino Álvarez. Murió el viernes en la capital del Principado.

Faustino fue rapaz en Mieres, quinto en El Ferral y periodista en Oviedo a los 19 años... o donde quisiera, tras demostrar en La Nueva España que era serio, agudo, tierno y látigo. Sabía.

Después dirigiría otros periódicos asturianos, El Comercio, La Voz de Asturias... y dirigía tertulias, organizaba foros, escribía su pasión por la asturianía en libros que todo asturiano ha leído... hizo y dirigió televisión en Oviedo y Madrid... su trajín profesional siempre fue intenso, fundaba, producía... y también en la radio, claro, ahí nos conocimos de tertuliantes con Luis del Olmo (lo de Luis con Faustino es devoción total y respeto enorme a su criterio). Tratándole de cerca no he visto mayor avidez profesional, aunque metida en el prototipo de hombre tranquilo, prisa razonable, risueño, sutil ironía... y pareciendo con su barba cana y con su perpetua pipa de tabaco un cercano profesor universitario de peli americana con sonrisa creíble y contagiosa como la de Robin Williams... así me parecía Faustino, sincero y atacando por los atajos de la inteligencia sonreída.

Jose Luis Balbín ha tenido que sentir no poco su muerte, como sintió antes la de Cándido, el otro paisano con el que él y Faustino se hicieron descollante trinidad del periodismo asturiano, cuarenta años de voz escrita.

Faustino fue talla grande en lo que definía el mejor oficio del mundo, pero su talla humana fue mayor. Y su amistad, inquebrantable. También era cazurro coyantino por querencia de largos años; en Valencia de Don Juan le deben luto guapo y gratitud eterna; hizo venir a media España a su casa de Valjunco... ¿y aquellas interminables y fecundas charlas de bodega con Emilio Alarcos o Ángel González?.... sin duda ya se han reencontrado y montan mesa larga como la que les brindó en casa Conrado la mano jovial y maestra de Marcelo, también roto por la mala noticia.

En fin, si me piden ejemplos de periodista total, ni lo dudo: Faustino lo fue.

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