Diario de León
León

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Dejé la columna a medias y me fui a por el periódico. No terminaba de hilvanar el tema con el subtema, es decir, la posibilidad de que el cáliz de doña Urraca sea el santo Grial con una reflexión propia al respecto, que de eso se trata. Se me resistía. Conque me fui a por el Diario. A veces, aquello que no sale luego termina saliendo. Otras, lo mejor es renunciar. Ante la duda, paré un rato. Por el camino, seguía dándole vueltas al enfoque, que no terminaba de ver claro. Me pregunté cómo estarían viviendo la noticia los canónigos. Y qué estarían comentando sobre la misma Antonio Viñayo y su hermano Manuel; tampoco ha de haberles cogido por sorpresa, razoné, pues allí donde ambos están todos los misterios les han sido ya desvelados, y si aún así les queda alguna duda siempre se la pueden preguntar a San Isidoro, que lleva más tiempo. Tales reflexiones iba haciéndome, y otras aún más sesudas, pero lo cierto es que seguía sin saber por dónde tirar. Los bloqueos suelen deberse a un error en el punto de partida, a una ofuscación en el planteamiento. Y en esto, don Francisco.

El abad de San Isidoro se muestra expectante e ilusionado. No se considera competente para confirmar o rechazar las conclusiones de «Los reyes del Grial», sí para dejar constancia del rigor y la integridad con que han trabajado Torres y Ortega, quienes se toparon con el hallazgo mientras buscaban otro. Así suele suceder. Le conté una conversación que tuve con Viñayo, en mis inicios profesionales, sobre las reliquias guardadas en la Colegiata, y cómo me hizo comprender que el hueso puede ser del santo pero no es el santo. La verdad también tiene jerarquías.

«¿Por qué nos hemos encontrado?», me preguntó sonriente al contarle que unos minutos antes estaba pensando en él. Le contesté: «Para que me ayudases a escribir esta columna». Nos despedimos. Ya en mi despacho, borre lo escrito. Me dije: ¿acaso no todo templo cristiano es ya un Santo Grial?, ¿acaso Cristo no está vivo en cada eucaristía? Pero también sería muy hermoso que el Cáliz lleve aquí desde hace tantos años. Tan cerca, esperando. Quizá. Y escribí: «Dejé la columna a medias y me fui a por el periódico». Vivir es empezar de nuevo. Escribir, también.

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