Diario de León

FRONTERIZOS

Los puentes de Ciudad del Puente

Publicado por
MIGUEL A. VARELA
León

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No se imagina una ciudad sin río. Existirán, no lo dudo, pero resulta inconcebible una población que no pueda asomarse a un cauce de agua, por raquítico o escaso que sea. Los ríos los pusieron para eso: para que a sus orillas crecieran ciudades y en las campañas electorales se pudieran prometer puentes. O, en tiempos de escasez presupuestaria, al menos renombrarlos.

Los pusieron para eso y como frontera natural que incitara a la desobediencia. Un río invita a cruzarlo, a ver qué pasa en la otra orilla. Y entonces se inventaron los puentes, que sirven para satisfacer con comodidad la curiosidad exploratoria y para que la imaginación de los novelistas busque bajo sus arcos claves esotéricas.

Hay cinco puentes sobre el Sil en el casco urbano de Ciudad del Puente. Hay también otra pareja —anciano uno, joven el otro—, sobre el Boeza, que son como de otra familia y que van hacia los valles pobres y hermosos del sur.

En el centro está el heredero del más antiguo, aquel que tenía hierro en sus entrañas y que los peregrinos usaron para denominar al villorrio jacobeo medieval.

El más alejado, aguas abajo, tiene un atractivo perfil pétreo de aire industrial y por él llevan pasando trenes desde hace ciento cincuenta años. Y prácticamente a la misma velocidad que cuando se inauguró.

El primero aguas arriba es muy moderno, con geometría blanca a lo Calatrava, pero sin demandas judiciales. Tiene un hermano a unos pocos metros en forma de pasarela grácil y peatonal. Se le nombró del Centenario por la coincidencia inaugural con la efeméride de los cien años como ciudad. Fue algo cuestionado por su presencia invasiva de la vieja central térmica pero el contraste ha acabado conjugando razonablemente bien.

No ocurre lo mismo con el puente del Castillo, una fea y desangelada plataforma con esqueleto de hormigón que cumple su misión utilitaria pero deja a la fortaleza medieval estética y paisajísticamente tocada. Durante lustros se le llamó Nuevo, supongo que para distinguirlo del Viejo, pero lleva oficialmente el nombre del alcalde bajo cuyo mandato se construyó: Luis García Ojeda, uno de los últimos regidores del franquismo, con fama de eficaz y austero.

Y queda un quinto puente. Comunica las antiguas huertas urbanizadas en los sesenta con el Barrio de los Judíos y se encargó al arquitecto Andrés Lozano bajo mandato de Celso López Gavela. Lozano diseñó un puente como italiano, forrado de granito y con pasarelas peatonales cubiertas. Es una obra que ha envejecido bien. Quizá el mejor de los puentes de Ciudad del Puente. Debió parecer caro a la ciudadanía, que le puso «de los Faraones» al que era Puente de Hierro y ahora llevará el nombre del regidor que los mandó construir.

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