Diario de León

TRIBUNA

¿Dónde está el pueblo leonés?

Publicado por
Máximo Soto Calvo. Plataforma pro identidad leonesa
León

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Puede parecer una pregunta retórica. Pero ni lo es, ni lo pretendo, es un grito de alerta para que, si se lee con un mínimo interés, se pueda empezar a borrar la niebla que parece enmascarar la memoria de los leoneses. Vamos, en plan reflexivo, y a texto abierto, sencillamente reclamando atención sobre un pueblo que tan difícil resulta preservar, por cuanto hay foráneos demasiado interesados en anularlo.

El Pueblo Leonés, como conjunto de habitantes, está donde debe estar, en su territorio regional, se puede contestar desde el más peligroso de los convencimientos. Una respuesta tan fácil como posible, que pone en juego el concepto región y aumenta el campo a explorar junto al de pueblo.

El territorio regional leonés, o País Leonés, histórico y de siempre, heredero in péctore del Reino de León, legítimo, sobre el papel no es reconocido por el ente autonómico, siempre marcando un tempo castellanizador. Y precisamente enardecido por este dato surgen estas líneas, con una clara intención movilizadora, consciente de que no toda la culpa oscurantista viene de fuera, está también el silencio endógeno, el trágala de los políticos de aquí, la lábil condición del pueblo en el ámbito de lo cultural compartido, aun cuando, en el entorno de los leoneses de León, persista latente una esperanza sujeta a lo nominal.

Si un bien intencionado lector, situara al pueblo citado, en el espacio triprovincial correspondiente a León, Zamora y Salamanca, siendo una verdad histórica que se nos niega, y no sabemos vindicar, estaríamos más ante un deseo, que gozando de la oportunidad de mirarnos en la actualidad en el espejo de una realidad tangible.

Según mi percepción, hoy esto es equiparable a un espejismo, debido al desencuentro entre los ciudadanos que pueblan cada provincia y su incapacidad de reconocerse, identificarse en conjunto y sin desconfianza alguna como leoneses.

Saliendo del franquismo ya estábamos incursos en clara situación de divergencia, y en tal postura ¿cómo iniciar con fuerza una autonomía leonesa?, de ahí que Valladolid, la gran muñidora, en busca del dominio centralista industrial, económico y social no solo de Castilla sino de la región leonesa cuyas provincias de Zamora y Salamanca estaban cada vez más proclives a lo castellano, jugando muy bien sus bazas, saliera ganadora, y para seguir.

Mas no podemos descargar nuestra conciencia leonesa culpabilizando a la parte castellana, a la que nos unieron por decreto, sí podemos colocar muy buena parte del incumplimiento en la extraña labor de los políticos que han dicho representarnos. Estos conciudadanos nuestros que alardean de administrarnos, por no decir dirigirnos, en ese menester de hacer todo posible, en su raro arte de hacer política barriendo para fuera, se hayan manejado más partidistamente que por la voluntad de servicio, cualidad de la que alardean para buscar el voto.

Así las cosas, si los zamoranos y los salmantinos no se movieron con claridad en origen para fijar su posición como leoneses, León provincia, donde refulgía el sentimiento llamado leonesismo, fruto del «ser leonés» que todos llevamos dentro, no resultaba difícil entonces comprender que se estableciera lo de «León Solo», aunque, para mayor claridad, especialmente entre los leonesistas, siempre con la expresión a punto de:«como reducto de la región de su mismo nombre». Comprensible sin duda, y que en determinados momentos se valoró como uniprovincial.

Si las jóvenes generaciones, desde ya, y me consta que hay movimientos positivos para ello en Salamanca y en Zamora, no logran hacer prevalecer lo leonés compartido, recobrando un común triprovincial histórico para plantar cara al ente autonómico, estaríamos abocados al más burdo de los haraquiri.

Y no solo actuando como movimientos sociales, que pueden hacer una labor integradora y de concienciación vital, sino eligiendo a políticos que se identifiquen como leoneses, se dialogue con generosidad y respeto en un partido que de no existir es de urgente necesidad crearlo… o refundirlo. ¡Ah!, y un líder. Y para éste no hay jalea real vitalizadora, o se es o no se es. Volveremos al tema.

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