Diario de León
León

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Para quienes no tuvieran cámara en color de aquella o no confiasen en que Cuéntame cómo pasó dure dos temporadas más, los colectivos leonesistas volvieron a sacar a la calle ayer la manifestación por León solo. Un mito que 30 años después se convirtió en un revival escueto, muy alejado de los 100.000 leoneses de aquella tarde del 4 de mayo de 1984; una cifra difícil de igualar cuando la Junta ha hecho emigrar en este tiempo a casi tantos para que pudieran ganarse la vida. El intento de resucitar un movimiento que en tres décadas ha sufrido más manipulaciones y expolios que el patrimonio provincial, después de que las urnas llenas de votos depositados para luchar por la autonomía leonesa las dilapidara la UPL mandato a mandato para convertirse en gozne político, herramienta para la medra de empresarios mediocres con otras aspiraciones —ahí está el presidente de la Fele— e imán de todo tipo de chamarileros ansiosos por venderse al enemigo para beneficio propio a cambio de rendir la plaza. La aspiración que concitó entonces la ilusión de un pueblo unido detrás de la pancarta que agarraron Morano —uno de los que hablaba antes—, Amilivia y todos aquellos que se reconocían en el lema «somos socialistas, pero antes leonesistas».

Los mismos que no tardaron en subirse a la almena para controlar a la colonia. Pecados de juventud que todavía sufrimos con sus nóminas y jubilaciones doradas a cuestas. Ese rollo punk de los ochenta detrás del que se escondía Mecano.

Pero el Ochéntame otra vez ideado por el actual leonesismo se estrella con la apatía de una paisanada que ya no cree el cuento. El fracaso que da un argumento más para los políticos castellanos que llevan tres décadas con la trampa torticera de que si en León se quisiera autonomía no se votaría a PSOE y PP; el mismo planteamiento demagógico por el que se podría resolver que tampoco se quiere empleo, ni desarrollo.

El debate perdido por una UPL adulta que ni sabe ni quiera, que se ha quedado sin discurso, fraccionada en grupúsculos, sin hueco para que quepan todos los egos de los abanderados del leonesismo social. La revolución perdida que se sintetiza en la anécdota que cuenta el astronauta ruso de Los lunes al sol : se encuentran dos camaradas soviéticos después de años y uno le dice al otro apenado: «todo lo que nos dijeron sobre el comunismo era mentira»; y el compañero le contesta irónico, «eso no es lo malo, lo malo es que todo lo que nos dijeron del capitalismo era verdad». Con el leonesismo político y la comunidad con Castilla nos ha pasado lo mismo.

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