Diario de León

TRIBUNA

Consultorio de malas artes políticas

Publicado por
Francisco Javier Gonzalez Rojo
León

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Aun es invierno. El ambiente se fotografía en gris triste. Está de blandura y entre la nieve que comba las escobas aparecen terreñeras. El bosque deshojado desentraña su apariencia. Los líquenes atrapan las ramas que crujen medio secas. En las casas sin recursos con el frío no saldrán brotes verdes por primavera. Los gobernantes no garantizan la subsistencia. El beneficio eléctrico se distribuye intrincadamente para que no se corte. Los discursos optimistas no arreglan la economía. Los problemas más graves no reciben remedio aunque lo pidan. El exceso de deuda pública para no suspender pagos es un anticipo a la quiebra y a la imposibilidad de inversión.

El mayor competidor del crédito a empresas y particulares es la financiación del déficit público. La falta de capital no se está sustituyendo por la disrupción organizativa administrativa del Estado. El rescate bancario es el coste de echar a políticos y sindicalistas de los consejos de las cajas. La ausencia de ideas se rellena argumentando la falta de dinero. La competencia no ha trepado a lo más alto. La oratoria copa la gestión pública. La ocurrencia se publicita como solución.

El ingenio que falta a quien gobierna se queda en las viñetas periodísticas. Quien sabe detrás de lo que andan. El maquillaje únicamente falsifica la realidad. Malvender activos productivos rentables es dinero para hoy y deuda para mañana. Lo complejo está en manos del simplismo. Esperando a ver qué pasa no se sabe lo que viene. Las medidas fáciles recitan una letanía en re, recorte, repago, retraso, retroceso, recesión, relegar...reajuste, reducción. Qué difícil es valorar lo que se gana de menos y lo que se pierde de más. Es tan malo gastar hoy más de lo que se tiene que hipotecar el futuro con lo que no se tiene. Son tan culpables los causantes de la crisis económica como los incapaces de resolverla. El fuego del cataclismo no lo provocan las llamas sino las brasas sin apagar. La picaresca se ha instalado en la memoria política. La sanidad no comprende curar solo a los ricos. La mala administración de lo público es la disculpa para su privatización.

La gestión política es cobarde con los poderosos. Reestructurar el sector público precisa su completa reforma laboral. La continua subida de la luz alumbra cada vez más a los competidores. La selección por oposición del funcionario no justifica la adquisición en propiedad de sus privilegios laborales. Si los parados votaran de modo corporativo los dirigentes políticos estarían mas preocupados de resolver su situación. La Administración Pública es amante del cajón de sastre y el descontrol. Las redes eléctricas son indescifrables. El mayor desequilibrio social es la prueba de una nefasta gobernanza. La igualdad social se invoca para encubrir la injusticia y la incoherencia de los impuestos. Reducir la desigualdad es un objetivo, a propósito, inigualable. Las instituciones públicas hacen publicidad con el dinero de todos como si fuera suyo. A la propiedad comunal no se le reconoce rango legal aun perteneciendo a la más antigua de las costumbres. La propiedad vecinal se politiza. La administración del común se nos usurpa. Nos han robado el concepto de lo público.

El croar de los sapos ensordece el beso de las palomas. Los espejismos se adueñan de los arenales resecos. Las juventudes políticas le cogen pronto el aire. El sindicalismo se manifiesta en la indiferencia. La Iglesia envejece social y sociológicamente en las sociedades opulentas. Los partidos recurren a la ideología artificial. La política mira hacia el pasado. No hay democracia sin controles. La sumisión cementa la jerarquía de los que gobiernan. El mérito se suplanta por correveidiles. Las prebendas construyen la casta de los políticos. La degradación de liderazgo político se transmite por herencia. Los validos de antaño son conseguidores ahora. La disciplina partidista allana las promesas de los representantes populares. La truhanería política destituye a la inteligencia. Ningún político español llegaría a ministro en Norteamérica. La política es como una religión sin creyentes. España se encuentra a treinta y pico años de la dictadura y a más de dos siglos de la democracia. Al estadista honesto se le honra como héroe. Los políticos han regalado a la opinión pública su descrédito. Los caciques se titulan de barones. Las mayorías políticas crecen autoritariamente. No hay empresarios de éxito en política. Las empresas incorporan a sus consejos de administración a ex-políticos más por sus conocidos que por sus conocimientos. La sospecha delictiva en política ni por decoro dimite. Los corruptos y los políticos han creído en su impunidad. La incompetencia política tapona al inteligente que la pondría en evidencia. Y así sucesivamente... Quien sabe hasta cuando. Quien sabe hasta donde. No soy un pesimista. Detesto la mala política socioeconómica.

La centralización enmudece las campanas de las torres de las iglesias de los pueblos. La concentración económica ha convertido los caminos rurales en autopistas de emigración. España no va bien. ¡Pobre España!.

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