Diario de León
Publicado por
JAVIER TOMÉ
León

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El tráfico incesante de la existencia, y nunca mejor dicho, se ha llevado por delante a Álvaro Sevillano Lordén, un chaval de quince años al que se le truncó de la peor manera la magia de la adolescencia. Un drama de muchos quilates que evidencia, una vez más, eso tan sabido de que en esta vida un 50% es saber jugar; y el resto, las cartas que te tocan. El destino es parte fundamental en el devenir humano y muchas veces la supervivencia se reduce a la simple casualidad, ese factor desconocido que te espera a la vuelta de la esquina. En este caso, con la carretera como fuente de emociones indeseables. Lo normal entre las personas es que hagas tus planes y la realidad los rechace. Y así ocurrió con Álvaro, víctima de uno de esos tremendos accidentes consolidados como la pesadilla que se repite una y otra vez, ante la desesperación de la sociedad.

Aunque en líneas generales detesto el discurso del miedo, creo que en esta ocasión resulta pertinente exigir sensatez al volante, con el fin de garantizar en lo posible la seguridad propia y la de los otros. Para que este chico no quede a merced de la gran infamia del olvido, voy a contarles cuatro cosas acerca de Álvaro. Por esas paradojas de la vida, toda su ilusión profesional consistía en hacerse ambulanciero para salvar existencias ajenas. Y lo ha conseguido, pues la familia donó sus órganos y hasta siete personas han resucitado gracias a la generosidad de Mika y Simón, sus padres, y su hermano Alberto. De temperamento cariñoso y simpático, no le faltaban amigos con los que practicar con la bici en el Skate Park, ver rallies o jugar al fútbol. Como es natural, los suyos están pasando un infierno debido a esos golpes contundentes que te caen cuando menos lo esperas. Pues nada; muchos ánimos para una familia que solo puede solventar la ausencia a base de coraje y paciencia.

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