Diario de León

HOJAS DE CHOPO

La última guardia

Publicado por
ALFONSO GARCÍA
León

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Las presencias leonesas en Cuba son múltiples, diversas y enriquecedoras. Algunas han ocupado ya espacio en estas hojas. Por citar ahora rápidamente dos ejemplos más, la revista Claraboya, que acaba de celebrar el medio siglo de su aparición, dedicó el número 19 (enero-febrero, 1968) a la «Joven Poesía Cubana». Vista la publicación con la perspectiva que da el tiempo, hay que constatar que su olfato fue certero: los poetas seleccionados forman hoy parte del grupo de los grandes poetas de la isla y del panorama en lengua española. La importancia del berciano Severo Gómez Núñez es, por otra parte, tan determinante como desconocida. La narración de su librito La acción de Peralejo recuerda «una página memorable en la historia de la guerra de Cuba». Están nuestros paisanos leoneses-cubanos estos días de celebración centenaria. Por estas fechas de hace un siglo se fundó en la capital la Colonia Leonesa, que aún sigue viva y muy activa. Aprovechando la circunstancia, quiero recordar una simple curiosidad histórica.

1 de enero de 1899. Amanece en La Habana un domingo claro y luminoso. Histórico. Es conveniente recordar que el Tratado de París que España y Estados Unidos suscribieron el 10 de diciembre de 1898 sentó las bases para la transmisión de poderes y la salida de las tropas españolas de la isla. La nueva situación provocaba sentimientos encontrados en el cubano de a pie, con no pocos encontronazos entre ellos, como los ocurridos en los cafés «El Guanche», que quedó totalmente destrozado, o en «El Louvre», calificado por el periodista cubano Gustavo Robreño como «el último combate entre cubanos y españoles». Sabían además los primeros que el cambio de bandera y de figuras no significaba la independencia.

Poco antes de las 12 de la mañana de la fecha indicada llegaban al Palacio de los Capitanes Generales, en la Plaza de Armas, los militares de España y de Estados Unidos encargados de protagonizar la ceremonia. El general español Adolfo Jiménez Castellanos entregaría el mando de la isla al mayor general americano John R. Brooke al arriarse e izarse las banderas. A las 12 en punto, mientras sonaban los cañonazos de las armas españolas, se inició la ceremonia en la que cesaba la soberanía de España. Testigos de excepción del acontecimiento, soldados y oficiales del batallón de infantería de León, que montaban, en patético silencio según cuentan las crónicas, la última guardia en la que pronto dejaría de ser la mansión oficial de los Capitales Generales en Cuba. Ese mismo día se alejaban de aquellas costas varios buques de guerra con las tropas españolas a bordo y con los supuestos restos de Cristóbal Colón. No pocos leoneses prefirieron quedarse a vivir en la isla, como habían hecho ya los diecisiete combatientes a favor de su independencia. Nada de extraño, por tanto, que esta tierra tenga allí tantas raíces.

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