Asfaltado: donde había un problema, dos

El insufrible estado de las calles de León después de años de abandono por razones obvias y el clamor vecinal por la necesidad de un plan de asfaltado que al menos se ajustase a las posibilidades reales del Ayuntamiento había encontrado cierto alivio en el anuncio de una sustanciosa partida inversora de 1,4 millones de euros —la segunda en importancia en el presupuesto anual después de los cuatro millones consignados como aportación para el Palacio de Congresos— para actuar en 36 calles.

Hasta ahí iba bien el gobierno municipal en sus pretensiones y en el ejercicio de su responsabilidad, pero en una pirueta circense de excesivo riesgo y en un innecesario saludo a la galería ayer se sacó de la chistera la peligrosa ocurrencia de preguntar a los vecinos qué calles quieren que sean asfaltadas. La cuestión, tan torpe como obvia en su respuesta, sólo tiene una contestación posible: todas, las cinco mil que hay en León. Lógicamente, cada uno quiere que, sobre todo, se mejore la suya y, en segundo lugar, aquella o aquellas por las que transita con mayor frecuencia y en cuyos agujeros se acorta dolorosamente la vida de las suspensiones y los neumáticos de su automóvil.

Es una torpeza —lo reconocían ya ayer algunos ediles con mando en plaza— con la que el gobierno municipal se genera una tremenda controversia en la que además va a implicar a las asociaciones de vecinos, pretendidas canalizadoras de las respuestas a la consulta ciudadana.

Un problema o dos, porque hasta donde no llegue el gobierno municipal con este plan de asfaltado se le va a exigir que lo haga con el siguiente. El Ayuntamiento de León tiene técnicos cualificados e información muy precisa de lo que hay en las calles y una visión global de su estado y, en consecuencia, criterios de prioridad. Lo que hace con un problema es generar otro y seguramente crear tensiones innecesarias entre los vecinos.