EDITORIAL: Un PSOE con voluntad de cambio, grandes desafíos y algunas incógnitas importantes
«La paz y la defensa de los débiles son nuestra razón de ser». Con esas palabras iniciaba ayer Pedro Sánchez su discurso de clausura del congreso extraordinario del PSOE del que no sólo sale un nuevo secretario general y una nueva dirección, sino que además debe suponer un punto de inflexión para el partido y el principio de la renovación de la izquierda española. Los socialistas cerraron este fin de semana el capítulo de la historia de Alfredo Pérez Rubalcaba en Ferraz. Lo hicieron con cierta nostalgia y algunas incógnitas sobre el futuro. Una de ellas, quizá la más importante, es saber si Pedro Sánchez se consolidará como líder, aunque eso, tras el desastre en las europeas, dependerá de si el PSOE consigue remontar con un resultado digno en las elecciones autonómicas y municipales del próximo año.
Salvo cambios siempre impredecibles en la situación política nacional e internacional, el PSOE y su nueva ejecutiva tienen todavía por delante una larga travesía del desierto en la que deberán recuperar su posición política, plantear ideas nuevas para gobernar y representar a los ciudadanos y proponer soluciones audaces y valientes para los retos políticos que el país tiene que afrontar de inmediato, con la tentación secesionista en primer lugar. En ese sentido es reconfortante que en su discurso Sánchez pidiese a Cataluña «liberarse de la corrupción y no de España».
El nuevo secretario general reclamó unidad de acción para afrontar «de una vez por todas» la transición económica, recuperar la capacidad de consumo de la clase media y trabajadora, acabar con los paraísos fiscales, luchar contra el fraude, terminar con las deficiencias en sanidad y educación, reducir los aforamientos, limitar los mandatos a dos legislaturas y, por supuesto, reformar la Constitución en un sentido federal. Pero en el relato del ideario de Sánchez hay tres compromisos especialmente llamativos: derogar la reforma laboral del Gobierno del PP, establecer cauces de diálogo que conduzcan a pactos políticos para afrontar una verdadera regeneración democrática y acabar con la corrupción.
Y hay también una exigencia de reducción del aparataje estatal, autonómico y municipal que reclaman muchos ciudadanos. Los sacrificios laborales y la reducción del gasto tienen que venir ahora por ahí. Pero todo eso está en el aire y aunque la intención es buena, es sólo una declaración de voluntades sin duda muy en sintonía con lo que reclaman los militantes y los simpatizantes. Y mayoritariamente toda la sociedad española. Otra cosa bien distinta es la realidad política y ese partido, que Pedro Sánchez afronta como capitán del equipo, empieza a jugarse hoy en el primer cada a cara que mantendrá con Mariano Rajoy.
