Diario de León

LA NUEVA ERA DEL PSOE

Pedro Sánchez rompe con la estrategia de grandes pactos que buscó Rubalcaba

El líder del PSOE busca ampliar el partido por la derecha e izquierda «para cambiar de nuevo España» . Marca distancias con el PP y reivindica el papel transformador de su partido frente a Podemos. Anticipa un «rotundo no» a la propuesta de Rajoy de que los alcaldes sean elegidos de manera directa.

González, Zapatero, Sánchez, Rubalcaba y Almunia saludan a los militantes en la clausura del congreso federal del PSOE.

González, Zapatero, Sánchez, Rubalcaba y Almunia saludan a los militantes en la clausura del congreso federal del PSOE.

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paula de las heras | madrid
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«Ahora sólo tienes que decir lo que decía Alfredo; en tu boca sonará de otra manera». Más de uno trasladó esa idea a Pedro Sánchez el día que ganó la votación entre los militantes del PSOE para ser secretario general. Con Pérez Rubalcaba se ha ido un dirigente al que el grueso de los socialistas reconocían como una «gran cabeza» con escasa capacidad de generar ilusión. Su perdición fue ser percibido como un ‘hombre de Estado’ cuando el propio Estado está en cuestión. Y, en cierto modo, es en ese terreno en el que Sánchez marcará distancias. Si de algo presumió en su primer discurso como líder oficial del partido fue de su primera decisión ejecutiva: el ‘no’ a la elección del conservador Jean Claude Juncker como presidente de la Comisión Europea, en contra del acuerdo de sus compañeros socialdemócratas.

«Yo digo -se reivindicó- que no ha sido un error ¿Sabéis lo que fue? Coherencia. Dijimos que no iba a haber grandes coaliciones ni en Madrid ni en Bruselas y no las va a haber». Su antecesor era partidario de ese pacto porque siempre consideró un valor la estabilidad institucional y porque, a diferencia de lo que ocurre en España, si Juncker no hubiera salido elegido en primera vuelta habría sido imposible respetar el principio, recién estrenado, de que los países de la UE atendieran el voto de los ciudadanos a la hora de proponer al jefe del Ejecutivo. Pero todo eso es muy largo de explicar. Y si algo pretende Sánchez es trazar con claridad la línea que le separa del PP ahora que a su izquierda ha hecho fortuna el término «casta» que aplica a ambos Podemos.

En vísperas de su primer encuentro en La Moncloa con Mariano Rajoy, tras ver aprobada por los delegados del congreso extraordinario la composición de su nueva ejecutiva, Sánchez anticipó un «rotundo no» a la propuesta que el jefe del Ejecutivo ha englobado dentro de la etiqueta de medidas para la regeneración democrática para que los alcaldes sean elegidos de manera directa y nunca ocupen el cargo como consecuencia de la coalición de los partidos menos votados. Propuesta que el PSOE también incluyó en su programa electoral para las generales de 2004. «Si Rajoy quiere regenerar la democracia, lo tiene fácil -adujo-, que coja la escoba y limpie su casa».

Esas fueron las dos grandes diferencias entre el discurso que, hasta su último día como secretario general con mando en plaza, pronunció Alfredo Pérez Rubalcaba y el que ayer desgranó Pedro Sánchez que, por lo demás, hizo suyas las promesas de derogar la reforma laboral aprobada por el PP; de dar por finiquitados los acuerdos con la Santa Sede; de cargarse, si es que llega a ver la luz, la reforma de la ley del aborto, o de acometer una serie de cambios que permitan recuperar la confianza de los ciudadanos y «modernizar la izquierda».

Habló de la reforma fiscal para que la riqueza tribute junto a las rentas del trabajo, de una economía de la igualdad que defienda la igualdad de oportunidades, de publicar trimestralmente en Internet las cuentas del partido, de dar a conocer los bienes e intereses de los cargos públicos del PSOE, de acabar con el aforamiento total, de cambiar la ley de financiación de los partidos políticos y de endurecer en el Código Penal los delitos relacionados con la corrupción.

Son todo propuestas que ya aprobó el PSOE en la Conferencia Política del pasado noviembre con la que Rubalcaba pretendió renovar el proyecto del partido y con la que dio por cumplida la tarea que asumió en el 38 Congreso, en febrero de 2012. Como lo es su solución ante el envite soberanista que llega desde Cataluña. «Entre la recentralización de la derecha y el separatismo de [Artur] Mas, nosotros proponemos una reforma de la Constitución para que todos los españoles aprueben un marco de convivencia federal. Esa es la única vía que garantiza la unidad de los pueblos de España», dijo.

También alabó al PSC por ser «los únicos» que han levantado «la bandera de la concordia y la convivencia» en un momento de tensión. Sin embargo, el nuevo líder patinó con los socialistas catalanes porque en un momento de su discurso (escrito) se le ocurrió incluir en el mismo saco conceptos demasiado desiguales. «Desterremos palabras que nos afectan e indignan a todos como crisis, paro, pobreza, desigualdad, corrupción, violencia de género, decadencia institucional -y aquí vino la bomba-, independentismo».

El hecho de poner a la misma altura una aspiración política y delitos como el asesinato machista hirió susceptibilidades. Pero es que Sánchez ya había dejado claro que considera sagrada la unidad de España. Ese será probablemente su único punto en común con Rajoy. El joven dirigente madrileño busca ampliar el PSOE y recuperar el terreno perdido hacia la derecha y también a la izquierda. Pero desde el centro. «Aquí estamos de nuevo en pie -proclamó triunfalista-, en marcha para cambiar de nuevo España».

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