Diario de León
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PEDRO TRAPIELLO
León

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Taladró tímpanos y paraninfos escuchar a María Patiño decir No entiendo por qué la prensa rosa no se estudia en la universidad ... ¡caracoles!, esa prensa ya se remira y estudia en la carrera... ¿no lo recuerda ella?, dice que la estudió... ¿o lo ha dicho quizá por sugerir la urgente necesidad de una rama específica y título propio para periodistas rosas (y periodistos rosos, digo, que tanto montan)?

Deduce Octavio que, si elevan la cosa a rango de especialidad, la mayor honra académica en Periodismo Rosa habrá de ser la de doctor o doctora Horroris Causa ... y apuesta a que la primera doctoranda horroris será sin duda la Belén Esteban... ¿y por qué no el Paquirrín acto seguido?... aunque tampoco tardaría en recibirlo Carmen Lomana, la pijaleonesa más paseada en la prensa fucsia , que es la rama superfirulí y superdoctoral del chisme rosa.

Se quejaba amargamente Galdós de que en su tiempo se vendieran más los folletones para porteras que las buenas novelas. Cualquier escritor dice hoy en España lo mismo sobre el novelón historicista y otros superventas... y otro tanto pasa con el periodismo revistero que farda de más lectores que el llamado serio (aunque la única razón es que el primero entretiene, aliena o braguetea y el segundo nos retrata, cabrea y desanima), de modo que Este mal que no mejora... no es de ahora .

Visto así, tiene la Patiño su razón, hay que rendirse a esa realidad universal y crear cuanto antes titulaciones y doctorados en Materia Rosa (a falta de materia gris, qué menos) y, con ello, dar al chisme, al culo, a las modas y al verduleo el respeto académico que se merecen, pues su influencia en las masas es tan innegable, que logran convertir en héroes o mitos forrados a los tipos más redomadamente cretinos o las tipas más insufriblemente pedorras que exhiben por todo mérito en sus vidas haber heredado un apellido mal llevado, lucir una lujosa vagancia delictiva o tener un cerebro de petisú... más todo ese montón de Nadies que son la perpetua obsesión del Periodismo Rosa por el solo hecho de ir por ahí vestidos de colorines, de pasta, de títulos, de cuernos... o sin bragas.

Pues vale, Patiño, patí la perra gorda.

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