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EDITORIAL: La sensatez como virtud del montañero

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El capitán de la Guardia Civil Emilio Pérez Peláez, el teniente Marcos Antonio Benito Rodríguez y el agente José Martínez Conejo perdieron la vida ayer en un acto cotidiano de heroicidad; tres hombres muertos cuando intentaban salvar a otro. El capitán y el teniente pertenecían al Servicio Aéreo de la Guardia Civil con base en La Virgen del Camino, mientras que el agente Conejo estaba adscrito al Grupo de Rescate Especial de Intervención en Montaña (Greim) con base en Sabero. La pérdida es irreparable en términos humanos, y también profesionales, puesto que se trata de la élite europea en intervención en rescates de alta montaña.

Las principales autoridades subrayaron precisamente ayer la sobresaliente experiencia de todos y cada uno de los fallecidos en el auxilio de emergencias alpinas, sin olvidar una mención a la heroicidad del sargento Enrique Ferrero, único superviviente del dramático accidente que evitó una tragedia mayor al saltar desde la aeronave y arrastrar consigo el cuerpo herido del joven al que acudían a rescatar.

Los servicios de emergencia están hoy de luto por ello. Las redes sociales se convirtieron ayer en una plataforma de apoyo masivo a las familias de los guardias civiles muertos en el corazón de la montaña oriental leonesa, a una altitud de casi 2.000 metros, en un accidente inexplicable. La pericia de los tripulantes hace difícil pensar en un error de percepción y las primeras hipótesis anunciadas por el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, descartan las causas meteorológicas como origen del siniestro, por lo que se hace necesaria una investigación rigurosa y rápida que esté a la altura de la generosidad y heroicidad de estos hombres.

«Las mejores virtudes de un montañero son la sensatez, para evaluar sus riesgos y limitaciones, y la humildad, para saber abandonar a tiempo». Las palabras del sargento Enrique Ferrero, único superviviente del suceso, salen de una entrevista concedida recientemente a este periódico. Hoy adquieren un nuevo sentido. Afirmaba entonces que el 95% de las intervenciones del Greim respondía a imprudencias. No hay que ir muy lejos para renovar el recuerdo y acordarse del reciente rescate al que tuvieron que acudir para evacuar a una octogenaria que hacía la Ruta del Cares. En el caso de ayer, los agentes atendían a un joven que se había fracturado la pierna durante su participación en una carrera de aventura. Son maneras diferentes de vivir la naturaleza, pero ambas deben mover a la reflexión sobre si la abrupta montaña leonesa es para todos, más aún sabiendo que casi la totalidad de los accidentes, como recordaba el sargento Ferrero, serían evitables con cierta preparación y mucho sentido común.

Lo contrario lo hacen los irresponsables. Arriesgar y perder incluso la vida por los demás sólo lo hacen los mejores.

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