Diario de León
Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

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Torre de Babia tiene el penúltimo latido merinero puro de una comarca a la que tan sólo hace dos siglos llegaban cada verano doscientas cincuenta mil ovejas (¿cuántas hoy, tres mil, cinco mil?)... subía entonces aquí toda la dehesa extremeña, hierros de haciendas hidalgas o eclesiásticas herederas directas en muchos casos de los privilegios de la abolida Mesta.

De los puertos de Torre ya ha bajado este año un rebaño muy poblado que el lunes por la mañana, a pata, cruzaba por Michaisa esta ciudad estiradita que es León. Iban las ovejas estrangulando el tráfico y creando detrás una gran caravana de coches, o sea, otro rebaño... y cada cual en su derecho.

El gran hato merino con sólo cuatro pastores y tres perros iba bien agrupado, iba por su derecha, iba a su paso e iba en su ley, pues esa carretera y calles llevan siendo servidumbre y cañada ocho siglos antes de inventarse los concejales de tráfico, así que la policía muncipal está obligada a dar escolta a esta magnífica procesión que, sin tambores ni tararís, recuerda a los olvidadizos urbanitas la Pasión ovejera que procesionó tanto tiempo las tierras leonesas apuntalando su economía agraria... y esa del lunes era una Pasión viva, no la simulada muerte tallada de nuestros paponeos... era una procesión de heridas abiertas donde el espectador puede contemplar la crucifixión de la ganadería tradicional... pero a lo vivo, en directo y sin saetas.

Inevitablemente, cada vez que veo un rebaño se me van los ecos y la lágrima a dos nombres, José Ordóñez Joselón y su hijo Pepín, entrelazados a la vez con la figura de Paulino el Manco con quien ahora, a falta de rebaño en el puerto de Sancenas, pastoreamos recuerdos y rescoldos vivos, sobre todo hoy, cuando oficie la caldereta con la que se honrará en Torre el latido reciente del gran Pepín... y conociendo a Pepín (fiel a verania y braña), no dudo de que allí estará, junto a Paqui, en la hospitalidad de otro José, mayoral Pozal que alojará la gavilla de amigos y respetos que resumen el mundo ganadero y pastoril que tanto mamó y le apasionaba... allí estará, porque para Pepín eran ley sagrada las tradiciones, las señas y las raíces, o sea, los suyos.

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