Diario de León

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Nadie en sus cabales, ni siquiera el propio interesado, podría decir que a Artur Mas le ha ido bien desde que, a finales de julio, se entrevistó en La Moncloa con Mariano Rajoy y luego nos convocó a los periodistas en la librería Blanquerna para decirnos que todo lo confía a la Diada de este año, que será, nos aseguró, «espectacular». Desde entonces, el ‘caso Pujol’ no ha hecho más que agravarse —a lo que el propio Pujol y su mujer, Marta Ferrusola, han contribuido no poco—, la sima entre Convergencia y Esquerra se ha ampliado, Duran i Lleida, el socio coligado eternamente , ha anunciado el inminente lanzamiento de su movimiento de centro, Merkel ha soltado otra andanada antiindependentista y las encuestas más serias advierten no menos seriamente al president de la Generalitat de que su barco va hacia la escollera. Mucho de lo que ocurra de aquí a fin de año va a depender del próximo jueves, que yo sostengo que puede ser un ‘jueves negro’ para el president de la Generalitat. El comienzo de un no tan largo adiós.

Tremenda la responsabilidad de Mas a partir del jueves por la noche, cuando los recuentos de fuerzas ya se hayan hecho, cuando habrán comenzado a elaborarse nuevos sondeos y cuando desde Esquerra lanzarán sus propios mensajes, cada vez más peligrosos para la supervivencia política de Mas. ¿Adelantar elecciones si no hay consulta, y colocarse ya definitivamente en manos de Oriol Junqueras? Menuda estupidez sería esa. Y menudo peligro para la unidad territorial de España o, mejor dicho, para la estabilidad política de Cataluña.

En este marco, no estoy seguro de que la propuesta de un frente de todos los no independentistas contra la idea secesionista, contra la consulta, contra, en el fondo, Artur Mas y sus planes, lanzada por la señora Cospedal hace tres días, sea una buena idea. Atención al frentismo cuando impera el victimismo. Basta con que la propuesta del Partido Popular —que ha ratificado la vicepresidenta Sáenz de Santamaría en Barcelona, pero sobre la que Rajoy no ha dicho una palabra— haya sido acogida positivamente sólo por la UPyD de Rosa Díez, para darnos cuenta de que la idea de la secretaria general del PP y presidenta de Castilla-La Mancha ha nacido muerta. Pero creo que no está el panorama para lanzar ocurrencias de consensos que no hayan sido consultadas previamente con los socialistas, con IU, con UPyD, con Ciudadanos y hasta con Podemos, si posible fuere, valga la redundancia. En estos días, tan delicados, cualquier resbalón puede costarnos, no solamente a la señora Cospedal, una fractura.

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