Diario de León

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León

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Qué le diría José Ortega y Gasset a Pablo Iglesias si participaran juntos en un debate político de La Sexta?  ¿De verdad así podemos con la agresividad oficial de la corrupción y con el desalmado resultadismo a toda costa y como sea? ¿Lo que ocurre hoy no es que el pensamiento político versa sobre la forma de adaptar la verdad a las necesidades de quien manda? ¿La clase dirigente puede sustituir la reflexión por el pragmatismo y salir indemne? ¿Es cierto que en este país sólo nos es posible optar entre partidos endogámicos dirigidos por sofistas y trileros por un lado, y populismos por el otro?

Y algo más: ¿la política, en estos tiempos epidérmicos en los que la exterioridad manda, ha de ser un ámbito estrictamente pragmático o más bien filosofía pura en el fondo y en la forma con ecos del catecismo o de  K. Marx? ¿El sistema asambleario a base de círculos sin jerarquía, sin orden ni concierto como el jazz, realmente puede funcionar en este país o nuestra historia civil nos enseña que es una fórmula utópicamente de izquierdas que en la práctica nos pone a todos contra todos?

Aún más allá: está de moda ser ácrata o liberal, pero, ¿qué fue y qué ha de ser el liberalismo? ¿Se opone al socialismo y al anarquismo? ¿Es nuevo esto de que España padezca una especie de síndrome de Reinos de Taifas y, como dejando claro cual es su enfermedad histórica, aunque le vaya bien sienta de vez en vez el anhelo de desmembrarse, federalizarse cada vez más o institucionalizar su invertebración? ¿?El nacionalismo es el egoísmo de los pueblos? ¿Cuestionar la calidad de la democracia equivale a ponerse del lado del fascismo? ¿Qué es y qué ha de ser un referente mediático para un país en crisis? ¿En ese país de los ciegos que es la televisión el tuerto es el rey?

Son preguntas del estricto hoy que ya fueron respondidas ayer… 

De hecho al terminar de leer en estos días el que para mí hasta ahora es el libro del año, José Ortega y Gasset (Ed. Taurus), una apabullantemente documentada y lúcida biografía del gran pensador español, un verdadero referente, que acaba de publicar y firmar el catedrático y escritor Jordi Gracia, y la cual bien parece una invitación a regresar a las fuentes y las causas de la actual pérdida de fortaleza histórica y de valores ideológicos de este país, uno se da cuenta con mayor pasmo de la frivolidad política que nos asola hoy. 

¡Uno repasa la vida intelectual y biográfica de Ortega y todo parece tan actual! Todo, el joven Ortega que critica la España tradicionalista de la Restauración invitándola a mirar a Europa, invitándola a abrirse, el Ortega que abandona la política en 1932 consciente de que a este país le hace falta inteligencia, reflexión, método y poso, el Ortega periodístico que trata de propagar el racionalvitalismo y la razón histórica, su madurez en ese caldo de cultivo ultraconservador y fascista, en el cual él trata de redefinir el conservadurismo democrático para alejarlo de cualquier impulso antiparlamentarista, su crítica del idealismo y del realismo, su conciencia de que el ser del mundo no es alma ni materia sino perspectiva, su apuesta final y definitiva por el vitalismo circunstancial antes que por el existencialismo…

Ha habido grandes hombres que anticiparon nuestras búsquedas, y profetizaron nuestros males, y nos pusieron sobre aviso de nuestras carencias, y nos guiaron en la noche sin luna de la sinrazón mediante su inteligencia comprometida, vitalista, europea, erudita y muy mediática. Regresar a ellos, retomar el camino, es necesario para poder tomar perspectiva y avanzar.

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