Vamos a olvidarlo

T oda la parroquia cantaba en el funeral del bipartidismo Al atardecer de tu cargo, te examinarán del cajón ... y un escalofrío recorría los primeros bancos reservados a la autoridad y gente de pro.

A ver, las cuentas. Este país necesita conocer sus cuentas porque ya no se fía de auditores o tribunales... está escaldado de cuentos... ¡cuentas!...

Las cuentas, claras; y el chocolate, espeso , se dijo siempre. Y donde entren los de Podemos las van a pedir. No se espera menos de ellos. Además, querrán desquitarse de las cuentas académicas y societarias que hoy exigen al triunvirato Iglesias-Monedero-Errejón... trium virum, tres varones... demasiado varón parece... crecen las quejas de que en Podemos hay pocas mujeres visibles, ninguna en el pescante de esa diligencia veloz dando tralla y con piquito, de la misma forma que tampoco se ve una sola en el gobierno de ese Syriza griego que hoy se traduce Pudimos ... ¡triunvirato!... las revoluciones y las guerras llevan cuño viril, cosa de hombres... las mujeres cosen banderas, trabajan en las fábricas de armamento o hacen de cantineras, dice el eco de La Historia que se Repite ... si al menos las pusieran a revisar esas cuentas... la mujer tiene de antiguo la calculadora y la malicia que se requieren para cuadrarlas al dedillo (y a favor).

Pero... ¿habrá orgía de cuentas y auditorías cuando los despachos cambien de dueño?... ¡conviene!, respondió el oráculo de Triana, ¡el derecho a la verdad es sagrado!, nos jugamos nuestra fe en nosotros y la que han de tenernos fuera... España necesita saber... entraremos levantando alfombras.

Pero se hornean sospechas. Si los que exigen cuentas están salpicados, ¿podrían acabar resucitando los pactos del olvido de su oprobiosa Transición y volver al vamos a olvidarlo, borrón y cuenta nueva ?... como el jefe negro de aquella tribu que tuvo un niño blanco y corrió a matar al único blanco del lugar, el misionero, que le tranquilizó: es un fenómeno natural, hijo mío, ¿no ves ese rebaño?, todas las ovejas son blancas, pero también hay una negra; a lo que el jefe contestó bajando la mirada: bueno, vale... si tú no decir nada de oveja negra, yo también olvidar.