Política sin colmillos

U na lectora de Prioro me informa de que siguen los ánimos caldeados con si fue oso o perro lo que un vecino fotografió en la escalera de acceso a su casa. El fútbol es la única discusión que merece la pena, precisamente porque no cabe tomárselo en serio. Seamos salomónicos, mis queridos paisanos. De lunes a miércoles, oso; de jueves a sábado, perro. ¿Y los domingos? osiperro. ¿Y los festivos? Canguro, que es un animal neutral. Ah, la condición humana. Séneca en tratado «Sobre la clemencia» se preguntó si la vida sería mejor de estar gobernados por las fieras. Tampoco es eso. No todos los políticos se expresan mediante ladridos o zarpazos. El alcalde de León, Emilio Gutiérrez, acaba de dar muestra de su calidad personal y profesional al elogiar en público (y en privado) a Antonio Silván, elegido para ser el candidato popular en las próximas elecciones, cuando lo previsible era que fuese él. Los suyos no han sido adjetivos con la boca chica, sino sinceros y representativos de quien cree que lo único permanente en política ha de ser la voluntad de servicio. Siempre ha sido más que el puesto que ocupa. Seguro que cuando recuerde su paso por el Alcaldía, en medio de una crisis, considerará entre sus experiencias más enriquecedoras haber escuchado a diario los pesares de muchos leoneses.

Les he contado en varias ocasiones mis encuentros con el alcalde en plena calle. Hace poco me dijo: «para mí la política es ayudar, o intentarlo». No se me ocurre definición más machadiana. Y es que lo que finalmente importa es regresar cada día a casa y que, más allá de cómo haya ido el día, la mirada de los tuyos no te avergüence. «Has sido clavado a tu propia cumbre», advirtió Séneca al gobernante cruel. En unos tiempos en que la sociedad ha sido ofendida por demasiados escándalos, la honrada y eficaz labor de Gutiérrez ha servido para recordar que no todos los políticos son corruptos. La mayoría no lo son.

En Madrid, Ángel Gabilondo, el candidato del PSOE a la Comunidad, ha declarado: «Me dirán que soy un insensato pero no voy a descalificar a nadie durante la campaña». Por fortuna para nuestra democracia, no siempre es justo decir: «cuanto más conozco a los políticos, más quiero a mi osiperro».