EDITORIAL: Industria frustra las expectativas de las mineras y de las eléctricas

La propuesta de la orden por la que se regulará el suministro de carbón a las compañías eléctricas en función de su capacidad para asumir las mejoras medioambientales que exige Europa en sus instalaciones supone no sólo un varapalo para las mineras, sino también una contrariedad para las térmicas. Tras meses de espera para conocer el marco regulador en el que deberán desarrollarse sus relaciones hasta 2019, cuando se haga efectivo el cierre de las explotaciones no rentables, y tras cierta expectación despertada por la intervención directa de la Junta y su presidente ante el ministro José Manuel Soria, mineras y eléctricas recibieron con enorme frustración una propuesta ministerial que, lejos de aliviar la situación del sector, añade más presión a la asfixia a la que se está viendo sometido el carbón.

Si por un lado Industria recorta a más o menos la mitad la compra de carbón en las térmicas que se adapten en relación con el que debería haberse quemado en año pasado al amparo del decreto de restricciones que no se hizo cumplir, lo que supone una reducción de la producción sobre otra reducción, por otro lado tampoco responde a las expectativas de las eléctricas, que esperaban, porque eso se había llegado a insinuar, que Industria financiase el cien por cien de la ayuda para implantar los procesos de desnitrificación que impone la Unión Europea. Finalmente esa ayuda sólo será del 50%, lo que en principio ya descarta que esa inversión vaya a llevarse a cabo en al menos alguna de las térmicas más antiguas.

Al margen de la solución transitoria que deba adoptarse para mantener la actividad hasta que en otoño, en el mejor de los casos, entre en vigor la nueva orden, la propuesta ministerial supone la penúltima puñalada al sector. Decía anteayer el portavoz de la Junta que el ministro «estaba empezando a entender el problema del carbón». Pues no.