Diario de León

HOJAS DE CHOPO

Fines, oficios y pensiones

Publicado por
ALFONSO GARCÍA
León

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V ivimos tiempos difíciles para la supervivencia, enredados como estamos en el empeño de salir a flote. Al señor Presidente de los Reinos insulares, peninsulares y africanos de esta España camaleónica y multiprecaria le recomendaría un paseíto, a pie, por estos páramos leoneses –páramos de trabajo y desmantelamiento, de persistente sangría poblacional-, para ver si seguía dirigiendo la orquesta de la marcha triunfal del feliz país de Jauja donde dice que habitamos los desagradecidos ciudadanos de sus reinos. Cuán poco agradecimiento para tanto desvelo amoroso. Cuán poco aplauso para los tantas veces vacíos escaños del Parlamento, donde, dicen enfáticamente, reside la soberanía popular. El oligopolio de los partidos dinásticos, dueños y señores de los poderes públicos, andan últimamente aún más desnortados y temerosos de que sus oficios y los fines que los amparan les conduzcan a percepciones pensionistas que, según el responsable singular del ramo, aumentan su poder adquisitivo a marchas forzadas. De qué nos podemos quejar.

Un prócer popular afirmaba que la falta de determinadas estrategias «nos puede llevar a perder una importantísima porción de poder territorial, del que dependen, no nos olvidemos, miles de nóminas del partido». El anonimato permite tal sinceridad. Pero ahí reside el drama: crear una estructura del Estado que, en un ambiente moral asfixiante, priorice intereses sobre necesidades, penalice y no socialice los derechos, cuantifique los ingresos de los suyos –sea el partido, organización o sindicato que sea- frente a las carencias de los más débiles, otorgue patente de corso a unos pocos frente a la dura lucha por la vida de la gran mayoría… ¿Cómo pueden regenerar la democracia quienes la han enfangado?

Pronto empezarán a despejarse dudas sobre el mapa político de nuestro país. Debería uno imaginarse que los responsables piensen que es absolutamente necesario y urgente un nuevo diseño estructural del Estado, con la transparencia brillando sin eufemismos ni tapujos y sin engordamiento inútil de la Administración. Sobran miles de políticos. Miles. Sobran miles de asesores que no se sabe de qué asesoran. Miles. Sobran cientos de organismos-chiringuitos creados a su imagen y semejanza, pensados para los suyos, pagar favores y traiciones, la mayoría con sueldos escandalosos y a veces sin contenidos y horarios muy escasos. Sobran ritos, séquitos y parafernalias. Y pensiones vitalicias no ganadas como el resto de los mortales. Sobran indultos, aforados y prescripciones. Sobran topes salariales caprichosos determinados por el rey del mambo. Sobra la dependencia de poderes, especialmente el judicial. Sobran tantos truquitos para seguir enganchados… Sobra tanto, que no cabe aquí. Seguro que usted, amigo lector, puede ampliar notablemente la lista. Gracias.

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