Diario de León

NUBESY CLAROS

En la patita de la L

Publicado por
maría j. muñiz
León

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H emos tenido muchos años para hacer predicciones. ¿Sería en la esperada V? ¿Pasaríamos por una W repetitiva? ¿Lograría alguna vez el segundo palito de la V llegar a la altura de donde partió el primero? ¿O bajaríamos en caída libre para después estancarnos en el fondo?

Parece que finalmente el cambio de ciclo de la recesión, al menos en la provincia, se define por este último modelo. Una L en la que la patita de abajo se alargará tanto como tarden en manifestarse los síntomas claros de mejora.

De momento disfrutamos la felicidad del pobre. Algunos indicadores han dejado de caer, y eso nos permite resoplar con cierto alivio. Quedarse en el fondo del pozo parece mejor opción que seguir cavando. Claro que este alivio momentáneo y precario ni es de recibo ni merece conformarse. Algo es algo, nos dicen. Ya. También lo decía aquel: algo es algo, y comía nieve.

Que a pesar de la dureza y rapidez de la caída no rebotemos para recuperar lo perdido (cuánto nos hubiera gustado la vuelta a la normalidad anterior en una contundente V) es una cosa; que nos atasquemos en la parte baja de la L es un riesgo que no debe consentirse.

Porque en esa patita baja y continua están atrapadas miles de familias para las que el paro y la necesidad, cuando no directamente la pobreza, se ha convertido en un patético día a día del que no ven salida. En ese perfil que más que bajo es hondo, hay miles de trabajadores que pese a las exaltaciones macroeconómicas ven cómo sus empresas se despeñan en concursos y expedientes de regulación de empleo; miles de ciudadanos impotentes ante los desahucios; ancianos y dependientes víctimas del abandono de las medidas sociales; jóvenes que no podrán estudiar la carrera deseada por la supuesta racionalización de los recursos educativos (que como en otros tantos temas, se asienta sobre la ruptura por el lado más débil, porque donde realmente se crean los déficits nadie se atreve a meter mano).

En la cabezona patita baja de la L está el escuchimizado esqueleto de lo que queda de los derechos de los ciudadanos y los trabajadores; mientras las administraciones, por ejemplo, mantienen su oronda estructura a flote, aunque los empleados públicos también se hayan dejado no pocos pelos en la gatera de los recortes.

Este no es el panorama de la recuperación. No lo será hasta que la L no comience a convertirse en una U. Aunque sea minúscula.

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