Diario de León
Publicado por
JAVIER TOMÉ
León

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H incando el diente a la actualidad, aquí tenemos una nueva temporada taurina con su olor inmundo a carne maltratada gratuitamente. A cualquier persona decente le causa llanto y, sobre todo, asco las prácticas aberrantes cometidas en nombre de un supuesto arte y en la persona de hermosos animales que se consideran material desechable, un ritual calificado por Larra como el ejemplo más fehaciente de «barbaridad y ferocidad». En nombre de la civilización y la cultura, hace muchísimo tiempo que debería haber desaparecido un burdo espectáculo que rebosa sangre y que constituye una depravada antología de excesos que tiene contentos a ecologistas y demás defensores de los animales. Porque la tragedia taurina constituye tal anomalía en los estándares de una convivencia civilizada, que su mayor blasón de gloria consiste en retrotraer al espectador a los entresijos más nefastos de la España negra y profunda.

Me gustan las causas perdidas y creo sinceramente que los animales son una variante amable del género humano, así que estoy dando saltos de felicidad porque los toros y sus dolorosos detalles de crueldad e impunidad forman parte nuevamente de la parrilla televisiva. El asunto huele de lejos a sopa. Es decir, a subvenciones que ayuden en el aspecto económico a semejante pesadilla que se muerde la cola, o como se diga. ¡Hay que fastidiarse! Perdón por el taco, rectifico: ¡Hay que joderse! Bonito entretenimiento, programado además en horario infantil. Tortura live que ha sacado de los quicios, como era de esperar, al Consejo Independiente de Protección a la Infancia, pesaroso de las dantescas imágenes que verán los chicos. Nuestras autoridades, impasible el ademán, se están pensando poner en valor aquella medida de Fernando VII consistente en cerrar las universidades para crear escuelas de toreo. Bendita sea su estampa.

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