EDITORIAL: Caso Cortizo: entre la perplejidad y la esperanza

A instancias de la fiscalía, la Audiencia Nacional reabrirá la causa contra los etarras Sergio Polo y su compañera Soledad Iparraguirre, como presuntos autores de la muerte del comandante Luciano Cortizo, que falleció en el más cruel atentado terrorista vivido en León el 22 de diciembre de 1995 cuando una bomba lapa destrozo los bajos de su coche y acabó con su vida y dejó gravemente herida a su hija.

El fiscal jefe de la Audiencia Nacional solicita al juez el encarcelamiento de los dos acusados una vez que determinadas diligencias de la investigación revelan ahora como conclusión la presencia de numerosos indicios en el registro en que en momento se hizo del domicilio de Polo y que nunca fueron relacionados con el caso.

La noticia, que coincide con la detención de la cúpula etarra y, una vez más, la decapitación de la banda, viene a causar una cierta perplejidad social por el tiempo transcurrido, casi veinte años, y a punto ya de prescribir el caso. Pero, más allá de eso, debe ser celebrada la posibilidad de que por fin se haga justicia para un crimen imborrable en la memoria de León.