Oficio de volar

Una bola de fuego, más luminosa que la Luna, alumbró ayer el sur de España. Se trataba de un fragmento de 40 kilos del cometa Encke, que impactó en la atmósfera por encima del Estrecho de Gibraltar, y el profesor de la Universidad de Huelva José María Nadiedo —el primero que alertó del fenómeno en su cuenta de twitter— alojó el video dentro del sitio web Meteoroides para que el destello incandescente que dejó en el cielo también nos deslumbre a los que vivimos en el norte.

En Meteoroides, junto al video del fragmento del cometa Encke, encuentran ustedes algunos textos que analizan el origen de las rocas que impactan con la Luna. Nos cuentan sus administradores que en Calar Alto ha comenzado a funcionar una estación que detecta los meteoros. Y revelan que el cuerpo celeste que en abril de 2013 se desintegró sobre el centro de España procedía de un cometa que aún no ha sido descubierto.

Misterios del Universo.

Y me viene a la cabeza, otra vez —y vuelvo a escribir de ello— ese poema de Antonio Pereira que tanto me gusta —tanto como el verso perdido: «lenta es la luz del amanecer en los aeropuertos prohibidos», de aquel cuento que no me canso de citar— donde compara al pudor con un meteoro.

Con un meteoro como la lluvia y el viento. Y como el fuego de santelmo. Y la nieve y el rayo.

Impredecible.

Este sábado, la Fundación Antonio Pereira y la viuda del escritor, Úrsula Rodríguez, entregarán en el Ayuntamiento de Villafranca del Bierzo lotes de libros del poeta y narrador para repartir entre lectores cómplices. Seguro que entre esos lotes habrá algún ejemplar de Recuento de invenciones, de Oficio de volar, de Relatos sin fronteras, de los Cuentos de La Cábila y Picassos en el desván, o de Una ventana a la carretera y otros títulos igual de sugerentes.

Habrá, sin duda, alguna edición de la antología poética de Pereira, reunidos sus poemas en un volumen que tituló Meteoros. Y envidio al lector que, como esos astrónomos que estudian el impacto de las rocas en los cielos del sur, está a punto de descubrir la luz que desprenden.