Diario de León

TRIBUNA

Depende de la ocupación

Publicado por
Jesús María Cantalapiedra escritor
León

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D ifícil es encontrar un ser humano normal, de andar por casa, que domine ciertas materias reservadas generalmente para intelectuales de altos vuelos o estudiosos de reconocida valía y valor. Mucho. El resto las hemos escuchado a algún privilegiado académico dedicado a su raro análisis por obligación docente. «Hay gente pa to», que dijo el famoso torero.

Matemáticas y física cuánticas; funcionalidad del átomo; ecuaciones de Maxwell para los fenómenos electromagnéticos; clasificaciones de los sistemas dinámicos; relatividad restringida; teoría del caos (de esta especulación sí sabemos bastante); teosofía aplicada o, verbigracia, metafísica aristotélica. ¿Qué entes pueden explicarse con soltura sobre tales alienaciones? Muy pocos. Puede que los mismos que no han llegado a comprender la tan manida frase: «Depende de la ocupación».

Hace relativamente pocos años, en uno de mis viajes de trabajo a Bruselas, un caballero sentado a mi derecha en el avión entabló conversación o soliloquio bastante enfadado. «Viajar se está poniendo imposible. Hago este viaje cada semana, pero con los precios que están alcanzando los vuelos voy a tener que abandonar mi negocio». Y me dijo el costo de su billete. A mí me habían cobrado exactamente la mitad. Sin promociones ni low cost alguno. Muy mal hecho por mi parte, sin pudor, le informé de lo que yo había pagado. Ambos billetes habían sido adquiridos en la misma agencia y el mismo día con veinte minutos de diferencia. La compañía aérea había aplicado el ya popular y ominoso: «Depende de la ocupación».

Tal turbador método de comercialización aparentemente beneficiosa para los usuarios, hoy, se ha extendido de forma alarmante a una buena parte de servicios, principalmente a los hoteleros y de transportes. Mas, en muchos casos, el uso del repetido sistema «depende de la ocupación» a veces rompe con las leyes de la oferta y la demanda. Conozco hoteles que suben los precios cuando el establecimiento está casi lleno, o viceversa. Sí, o viceversa. No se entiende. Ellos parece ser que sí. Más de lo mismo ocurre con el transporte público de media o larga distancia. ¿Cómo es posible que para desplazarse, por ejemplo a Madrid, en ocasiones el viaje de vuelta sea el doble de caro que el de ida? Doctores tiene la Santa Madre Iglesia, que le sabrán responder. Si es que pueden.

Creo intuir que el sistema lo inventó un viejo y elemental amigo, propietario de un pequeñito bistro en París. Se reunía con su mujer por la mañana y acordaban lo que deberían obtener de caja a lo largo de la jornada para atender sus necesidades. Les importaba poco que acudieran tres comensales o seis. A eso de las doce de la noche abrían el cajón de los dineros y allí estaban los euros programados. Mucho me temo que el sistema actual en los sectores hoteleros o de transporte público sea el mismo. Un poco más sofisticado; con sus departamentos informáticos de análisis del mercado. Muy práctico. Recaudación cumplida.

En lo tocante a la parcela política también se puede utilizar el «depende de la ocupación», aunque en este caso la ocupación se ha ido convirtiendo en saturación. Son demasiados los ejercientes mal avenidos. En términos taurinos: «La plaza está a rebosar».

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