Diario de León
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aquí te espero camino gallego
León

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Días pasados el alcalde de León se dio un baño de multitudes en Madrid hablando del futuro. Parece que tiene grandes ideas para la ciudad, aunque lo que quedó más claro son los proyectos de futuro que tiene para sí mismo, de acuerdo al espaldarazo que recibió de Juan Vicente Herrera. Pero todo eso, como quedó dicho, no es más que futuro. Y la pena es que el futuro nunca llega, porque lo único que hay es presente.

Y el presente de León no es precisamente boyante, por mucho que nos quieran hacer creer que lo peor ya ha pasado y el porvenir será inmejorable. Se puede creer en un futuro optimista mientras nos damos de tortas con un ruinoso presente. Pero yo prefiero trabajar para mejorar este presente de hoy, que el de mañana no lo tengo seguro.

Me parece de perlas que se tengan megaproyectos. Pero lo que ya no me gusta es que por creer en el cuento de la lechera no se atienda a las piedras del camino y se nos rompa el cántaro .

Y la realidad es que la ciudad no está cuidada. Hacen falta cosas elementales. Cosas que se tienen en cualquier lugar que se precie y que no existen aquí, o no en las proporciones necesarias. Voy a citar algunos ejemplos:

Placas en las calles. En cada esquina debería haber dos, una por calle, pero si les parece mucho el despliegue podríamos arreglarnos con una que serviría para que quienes nos visitan (recibimos muchos turistas y esperamos que vengan más, pero no les damos facilidades) sepan donde se encuentran y también para muchos leoneses.

Más papeleras. León es una ciudad sucia, aunque se empeñen en decir lo contrario (sólo con decirlo no se limpia y si te lo crees no hay más que mirar el suelo para salir del error). No hay muchas papeleras y se han perdido otras que había y han desaparecido. En muchos casos dejando el soporte con el peligro que conlleva.

Faltan árboles. Hay muchos huecos que denuncian su existencia anterior, pero nadie los ha repuesto y también son peligrosos los agujeros.

La luz de las calles. Se enciende a las 21.30, cuando ya casi no se ve.

Son pequeñas cosas que faltan en el presente. Por eso estoy de acuerdo con la máxima latina «Primum vivere, deinde filosofare» y prefiero vivir ahora un poco mejor que esperar ese futuro maravilloso que nos auguran, mientras la ciudad no está cuidada. Pues eso

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