Diario de León
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PANORAMA ANTONIO PAPELL
León

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C iudadanos y Podemos han surgido prácticamente a la vez, y en ocasiones se han retroalimentado el uno al otro, como consecuencia de la crisis o, si se prefiere, de la mala gestión de la crisis por parte de la política convencional. Podemos se ha abierto un hueco en el arco parlamentario, aunque deberá decantar su posición tras el viraje que ha supuesto la deglución de Izquierda Unida y una vez que asimile las confluencias, hoy muy volátiles. Ciudadanos, en cambio, es más inestable, porque con la vigente ley electoral ha de luchar denodadamente contra el voto útil, ya que el voto de centro-derecha, en virtud de la ley d’Hondt, es mucho más productivo si se dirige al PP que a C’s (cuesta menos votos un diputado del PP que uno de Ciudadanos). En consecuencia, la supervivencia de Ciudadanos, que compite sobre todo con el PP, depende de que el PP genere rechazo en una parte de su clientela potencial. A menos, claro, está, que Ciudadanos consiga la reforma de la ley electoral, designio en el que coincide con Podemos, ya que la normativa vigente fue ideada precisamente para consolidar el bipartidismo imperfecto que hemos tenido hasta ahora, y al que volveríamos seguramente si no se rectificasen las reglas de juego. En la actual circunstancia, Ciudadanos, hoy esencial para la formación de una mayoría de gobierno de centro-derecha, tiene ante sí una gran oportunidad de consolidarse, aunque también naturalmente se enfrenta con el riesgo de no lograrlo, lo que podría conducirle a la irrelevancia. Su colaboración con el PP requiere decisiones delicadas, ya que tanto la coalición como el apoyo desde fuera tiene pros y contras. Por una parte, la coalición sólo sería imaginable si Rajoy se decidiese a llevar a cabo una renovación profunda de su partido, que alejase definitivamente todo rastro de connivencia con la corrupción. Y si el PP brindase a su socio una oportunidad de lucimiento y un conjunto de concesiones ideológicas que consolidaran la opción de Albert Rivera.

Rivera tiene que madurar la cuestión para afianzarse de la mejor manera posible, pero ya puede decirse que será muy difícil que lo logre rehuyendo la implicación en el gobierno cuando es evidente que éste no podrá dar un paso sin su ayuda. Ya se sabe que ingresar en un ejecutivo presidido por Rajoy puede resultar siendo una especie de abrazo del oso, pero aunque dentro del gobierno puede achicharrarse, fuera de él podría morir de congelación.

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