Diario de León
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AL TRASLUZ. EDUARDO AGUIRRE
León

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Para no escribir de oídas, me fui a ver La Reina de España, la madre de todos los batacazos de nuestro cine. Le doy notable alto. No éramos más de una veintena de espectadores. Pocos, para una película que ha costado once millones de euros. En el Chicago de los años cuarenta, con tales resultados recaudatorios, Trueba ya habría recibido una oferta de esas que no iba a poder rechazar. ¿Por qué los espectadores le han dado la espalda? Más aún, ¿por qué hay gente que lo celebra? Algo han tenido que contribuir las declaraciones del director, mientras recibía un premio estatal, acerca de que no se sentía español y que en una guerra iría con el enemigo, o que hubiera preferido que las tropas napoleónicas hubiesen ganado la Guerra de Independencia. Algo, pero no todo. Resulta evidente que no estuvo acertado al decirlas, ni quizá supo rectificarlas de acuerdo a la indignación causada. Pero en España ya no quedan tantos burgueses a los que epatar. ¿Quiénes son, pues, los espectadores que no han ido a ver su película y que él esperaba que sí fuesen? ¿Hay que asociarlo todo al boicot en las redes sociales por dichas declaraciones? Digámoslo ya: le ha fallado, ante todo, su público. Y los afines.

Almodóvar dice que el caso «representa la intolerancia moral en qué vivimos». Absurda conclusión. Posiblemente, cuando él viaje este año a Estados Unidos evitará alojarse en los hoteles de Trump. Ya resulta más incomprensible que en la reseña que se encuentra a disposición gratuita de los espectadores, en el recibidor del propio cine, se ponga mal a la película. O nos pasamos, o no llegamos.

Es una película más española que la tortilla de patata. Muy nuestra. Pura copla. Si se sintió usted ofendido por las palabras de su director perdóneselas y vaya a ver La Reina de España, salvo que sea de los que creen que con Franco se vivía mejor, no vaya a darle un jamacuco en la butaca. Once millones de euros son muchos millones. Escribámosle entre todos un final feliz a este batacazo. Un final a lo Capra. En la última secuencia la protagonista le espeta a Franco una expresión soez. Para no chafarles la sorpresa, sólo les diré que rima con Logroño, y no es madroño. El que quiera más pistas que vaya a verla.

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