Diario de León

TRIBUNA

Los libros: el bienestar de la lectura y la escritura

Publicado por
Vicente Morán García Médico y Librero
León

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L a escritura y la lectura han influido en la evolución y comportamiento humanos a través de su objeto más representativo: el libro.

Ese objeto (el libro) y lo que representa, ha sido exaltado universalmente a lo largo de su historia (desde la aparición de la imprenta, sobre todo), pero también denostado y perseguido, a veces. Parece contener o desencadenar estímulos suficientes sobre el comportamiento humano, lo que hace que no siempre sea considerado un benefactor de las conciencias. Es quizás, desde esa posición del libro como «peligro» desde donde podemos explicar mejor sus posibles potencialidades, ya que como dice S. Roncagliolo «de la literatura nadie sale indemne» o como refiere Paul Auster «la escritura puede, ciertamente, ser peligrosa: para el lector, si es lo suficientemente poderosa para cambiar su concepción del mundo y, para los escritores, como seres heridos que crean otra realidad».

Los libros decisivos forman o deforman, hacen o deshacen y se quedan para siempre con nosotros, afirma el crítico y ensayista italiano Alfonso Berardinelli, que reivindica la lectura como un ejercicio de conciencia y libertad individual, como práctica ciudadana y espacio de individuación; como acción proveedora de identidad y autonomía. ¿Qué puede aportar la literatura a su sociedad?: la libertad, el peso histórico de la experiencia personal y la responsabilidad comprometida de la mirada individual.

Al principio fue el «verbo» (S. Juan), y el predominio del oído (oralidad) sobre la vista (escritura), pero el lenguaje oral pasa posteriormente al escrito, transportando el sonido al espacio visual: la palabra se hace escritura. Posteriormente la escritura (manual-manuscritos) se transforma en impresión (libros) y finalmente en electrónica. Todo ello con importantes consecuencias en la evolución humana. Existe la opinión de que la expresión escrita forma parte del hombre y de su desarrollo emocional y cognitivo; de que la escritura es un recurso especialmente recomendable para la reflexión y el autoconocimiento. La escritura nos permite alcanzar mayores niveles de profundidad y nos aporta puntos de vista diferentes.

Los libros se pueden utilizar de diferentes maneras para producir efectos terapéuticos. De forma solitaria o en grupos donde los lectores comenten y aporten distintos puntos de vista sobre las lecturas.

Tal vez podamos sentirnos identificados con tal o cual personaje y sintamos en nuestras propias carnes la catarsis aristotélica, o quizá la forma en la que un personaje soluciona un problema aporte distintos puntos de vista (algunos ni siquiera imaginados) sobre un problema propio, acaso nos permita alejarnos en el tiempo o en el espacio, viajar, vivir increíbles aventuras, desconectar o nos enriquezca de cara a nuestras relaciones con los demás. «Siempre que al acabar un libro nos sintamos mejor que antes de empezarlo estaremos experimentando, aunque no nos demos cuenta, el poder sanador de la literatura en nuestro interior».

Como dice Berardinelli, «Leer, querer leer y saber leer son costumbres cada vez menos garantizadas. Leer libros no es algo natural y necesario como caminar, comer, hablar o usar los cinco sentidos. No es una actividad vital, ni en el plano fisiológico ni en el social. Viene después, implica una atención especialmente consciente y voluntaria hacia uno mismo. Leer literatura, filosofía y ciencia, si no se hace por trabajo, es un lujo, una pasión noble o ligeramente perversa, un vicio que la sociedad no censura. Es tanto un placer como un propósito de mejora».

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