EDITORIAL | Día de la Mujer con demasiados deberes pendientes
La celebración del 8 de marzo es cada año el mejor altavoz posible para desvelar las realidades que aún atenazan a la mujer, especialmente cuando vive en situaciones que la hacen más proclive a la vulnerabilidad.
El balance es en principio negativo porque el paso de otros doce meses apenas ha modificado esos datos y estadísticas que prueban cada año que la desigualdad y las complicaciones que genera la diferencia de sexo siguen muy presentes en todos los órdenes. Y quizás exista una amenaza añadida porque en un mundo especialmente inmerso en turbulencias generadas por quienes buscan simplificar los debates a través de la demagogia y el populismo no resulta fácil poner el foco sobre cuáles son en realidad los problemas y cómo deben afrontarse para evitar el riesgo de avanzar hacia una guerra de sexos que únicamente agravaría esos deberes pendientes.
La multiplicación de actos hoy por todos los rincones de la provincia debe tener continuidad durante el resto de días. Resulta imprescindible lograr que se extienda una concienciación sobre la verdadera igualdad que va mucho más allá de simplificaciones que sólo sirven para facilitar balances sosegantes.
Las nuevas generaciones precisan formarse en un espíritu alejado de la violencia, la dependencia o la falta de oportunidades equiparables que aún se hace evidente en el mundo de los jóvenes. Queda mucho camino por recorrer y como en tantos asuntos sólo se conseguirá el éxito si la sociedad avanza unida para crear un mundo en igualdad.