Diario de León

NUBES Y CLAROS

Los últimos nunca serán los primeros

Publicado por
MARÍA J. MUÑIZ
León

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Hace un año era difícil, hoy parece inviable, salvo milagro. Nunca sabremos qué pudo ser, porque no ha habido voluntad política (de cualquier signo). Es el ejemplo de que el que no espera vencer ya está vencido. Lanzar ahora brindis al sol para distraer voluntades políticas es un insulto que no merecemos.

Hace un año el ‘brexit’ sacudió los cimientos de la UE, pero a la vez liberó multitud de oportunidades de negocio. Entre ellos, acoger la sede de la Agencia Europea del Medicamento, el organismo de referencia por el que pasa toda la industria químico farmacéutica.

De inmediato salieron pretendientes a la nueva sede, ciudades de renombre presumiendo de industria y talento local para acoger el ombligo de la farmacia europea (veterinaria y animal). También en España. Los lobbies madrileño y barcelonés aunaron voluntades con celeridad, y lo hicieron también otras ciudades (Málaga o Valencia, por ejemplo) ansiosas de captar el enorme negocio que genera albergar una sede de este tipo.

Rezagada quedó desde el primer momento León, a pesar de presumir de ser el tercer polo biotecnológico de España. A pesar de que cuenta con multinacionales punteras; de que tiene una Universidad con fuerte especialización; del Parque Tecnológico; de los institutos público-privados involucrados en proyectos punteros a nivel europeo; de tener un aeropuerto muerto que espera dinámicas internacionales que le den vida.

Faltó la voluntad política. Claro que era difícil, pero había muchos mimbres. Y todo un mundo empresarial dispuesto a poner la carne en el asador. No hubo caso.

Ni León ni la Junta evidenciaron interés alguno, mientras otras sedes con menos credenciales pulían galones. En abril Mariano Rajoy hizo oficial ante la UE que la apuesta española para albergar la sede de la AEM era Barcelona.

Ayer León abrió por fin fuego y dice que tiene o ha tenido conversaciones. ¿Y? Estaba en juego un entramado de al menos 800 especialistas fijos trabajando en la sede europea y centenares de empresas yendo y viniendo en busca de permisos y licencias. Todo un mundo empresarial y científico de alto nivel, capaz de mover a una industria de servicios que nunca León pudo soñar. ¿Era difícil? Sí. ¿Y ahora qué es? Más fuegos de artificio para adornar la fría noche leonesa. Había mimbres. O no hubo interés, o no hubo reflejos. Ahora tanto da.

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