Diario de León

AL TRASLUZ

Cuando el calor muerde

León

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No sé qué fue antes el calor o el abanico, el big bang o la mascletá valenciana. A mí con estos sofocos no me hagan grandes preguntas, salvo la hora o a qué día estamos. Con este calor achicharrador uno mismo no se hace pregunta alguna, ni siquiera en qué va a acabar el disparate separatista catalán. No es por ser aguafiestas, pero a mí que me den la fresca de días pasados. En cambio, ¿qué podemos hacer con estas dentelladas de la canícula? ¿Se imaginan lo que debieron de sudar los de la Legio VII bajo sus corazas? ¿Los obreros que construyeron la Catedral? ¿Y Bermudo II, apodado el gotoso, bajo su capa de grasa? ¿Y don Mendo ardiendo en afán de venganza? La pícara Justina, al menos, dejaba que entre pecho y pecho corriese el aire, vamos a expresarlo así. Pero, claro, ay, nadie pudo pasar más calor que don Quijote, cuya primera salida fue en el mes de julio manchego, cómo para no tener espejismos y confundir las ventas con castillos. En el interior de una armadura debe pasarse calor incluso a finales de diciembre. Pobre Amadís, pobre Tirant, pobre nuestro Bernardo del Carpio. Claro que para sudores los que debió de pasar Cervantes en sus años en Valladolid. Ayer estuve en la ciudad del Pisuerga y me imagine a don Miguel con su gorguera, paseando por sus callejones. Cómo para pedirle que además escribiese Doctor Zhivago. Cómo no iba Caneja a pintar una Palencia diluida en color. Cómo no imaginar a Machado musitando en Soria versos sobre el calor andaluz: «Bajo tus ramas, viejo olivo, quiero/ un día recordar del sol de Homero».

Y en estos días siente uno aún más simpatía por los peregrinos a Santiago, para los que el calor forma parte de la gran prueba. Que la sombra os sea generosas, viajeros del espíritu.

El domingo visité San Miguel de Escalada y Gradefes. La agradable temperatura interior me dio la bienvenida, como si el pasado se compadeciese del presente. Pero este julio caníbal no ha hecho aún nada más que comenzar. Y mientras usted lee esto, en la Antártida, se quiebra otro enorme bloque de hielo. Y se acuerda uno de quienes esgrimen, desde sus chalés con piscina, que el cambio climático es cuento de ecologistas. Te acuerdas de ellos y de sus respectivos árboles genealógicos.

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