Diario de León
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ernesto escapa
León

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Tejerina, Prioro y Morgovejo componen la montaña levítica, por la abundancia y relumbrón de sus históricas cosechas eclesiásticas. La antigua preceptoría de Morgovejo fue el semillero de tan desmedida legión, actualmente en notorio declive. Morgovejo asoma a la derecha de la carretera, aprovechando la hendidura del valle. La preceptoría se fundó en 1880 y en sus tiempos de esplendor albergó a los pupilos en los pabellones del balneario. Por Morgovejo pasa la calzada romana del puerto del Pando, que cruza el Cea por el puente de Villaescusa, un kilómetro aguas arriba de las Caldas. Es un hermoso paso de traza romana, con dos arcos desiguales de robusta sillería. El camino de Morgovejo a Caminayo discurre por un antiguo valle minero arropado de hayedos y abedules.

También tiene Morgovejo un mártir africano, beatificado hace tres siglos. Fue franciscano en el convento pacense de Rocamador, convertido durante unos años en lujoso hotel de la familia Bosé. Se llamó Juan de Prado y su casa natal contiene ahora la ermita de sus reliquias. La carretera que remonta el Cea hacia las Conjas atraviesa el abandono misterioso de las Caldas, con su pabellón serrano devorado por la incuria. Este balneario lo puso en marcha el lugareño Cayetano Gutiérrez, pero le prohibieron el uso en 1871. Sucesivos intentos de lograr la declaración de Utilidad Pública fracasaron, hasta que pasó a manos de los marqueses de Valdavia, que ya le habían echado el ojo al paraje y al negocio.

Sus herederos hicieron dinero con la venta de las termas a los hermanos Granada de Madrid, que mantuvieron abierto el balneario hasta 1970. Fue su etapa de esplendor, cuando la prensa de la capital lo calificaba como “el Evian español”. Entonces amplió los pabellones, introdujo adelantos y estableció un enlace con el ferrocarril. El último intento de recuperar la actividad fue en los ochenta, pero apenas funcionó un tiempo como albergue estival y casa de comidas.

La calle Real de Prioro sigue el trazado de la cañada que recorrían los ganados trashumantes. A su alrededor se van tejiendo los barrios históricos, cada uno dotado de sus propias ordenanzas: a la izquierda, Sotillo, Cásparo y la Montera; a la derecha, Ondivilla, el Cotorro y Codijal. En la cima del pueblo, flanqueando un amplio espacio comunal, se encuentran la iglesia, el museo, el ayuntamiento, el colegio y la ermita. El museo reúne fondos que testimonian la singularidad del legado pastoril de esta montaña y se ordenan en espacios temáticos, que rescatan la cultura de los pastores, los aperos de labranza, el trabajo artesanal de la madera, el mobiliario doméstico y el ajuar de la cocina, la indumentaria, la artesanía textil, los juegos infantiles y la música tradicional.

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