Diario de León

al trasluz

Hoy somos Troya arrasada

León

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No quiero hacer preciosismo con este apocalipsis. Ojalá esta columna me salga casi a la primera. Sin muchos pulidos, ni efectos de oficio. Resulta difícil aceptar que alguien haya arrojado a La Cabrera a las fauces de un fuego que él mismo ha provocado. No es solo un lugar en el mapa, habita en nuestros corazones. He recorrido sus caminos siguiendo la pista del libro de Carnicer. He aprendido a amarla, con la sencillez y hospitalidad de sus habitantes. Y quiero mandarle desde aquí un gran abrazo al alcalde de Encinedo, José Manuel Moro, que hago extensivo a todos los cabreireses. Cuando al dolor le puedes poner no ya rostro sino número de teléfono, entonces, no te puedes refugiar en la abstracción. Sois nuestros parientes y amigos. Por ello, ni el sólido humo que os envuelve consigue convertiros en presencias brumosas. Estamos con vosotros. Pienso también en mi amigo el sacerdote Manuel Garrido, colaborador de este periódico. Y en aquellos vecinos de Quintanilla de Losada, que altruistas me ayudaron a sacar el coche de una zanja, a la que se había desplazado mientras íbamos a comprar una barra de pan. Ahora no importa qué localidades están afectadas por las llamas y cuáles se han librado, pues hay una sola Cabrera, ni alta ni baja, unida en un mismo dolor compartido. Leo estupefacto que los vecinos barruntan quién es el autor de los hechos. La Fiscalía, por supuesto, necesita prueba para actuar contra él. Pero, sin pretender dar lecciones a quienes saben más, ¿es que no hay forma legal de hacerlo? Por supuesto, ajustada a ley y a la presunción de inocencia. Y sí, esto también es terrorismo. Un mal derramado, aunque —pese a todo— no triunfante.

¿Por qué se le tilda de ecoterrorismo? No le concedamos especialidad alguna. Es como el yihadismo. Pero no llamemos a su autor lobo solitario, sin saber si aúlla solo o en compañía.

Quien es capaz de destruir deliberadamente la Naturaleza está atacando nuestra vida, porque somos Naturaleza. Las llamas han destruido mucho más que un paisaje. Arrasan memoria del pasado y ecos del futuro. Rezo por ti, querida Cabrera. Hoy eres Troya arrasada, sí, pero renacerás de tus cenizas, porque la bondad de tus gentes te hace indestructible.

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