Diario de León

TRIBUNA

Fipronil y la cosa de los huevos

Publicado por
PEDRO DÍAZ FERNÁNDEZ licenciado en psicología
León

Creado:

Actualizado:

E l fipronil detectado en los huevos pasa a la lista de alertas sanitarias de los alimentos. Pero podemos estar tranquilos, aunque este producto llegase a España, según los expertos solo nos envenenaría un poquito.

El fipronil ya podemos sumarlo a otros escándalos que conviene recordar: aceite de colza, el mal de las vacas locas, carne de caballo vendida como ternera, benzopireno del aceite de orujo, dioxinas en pollos y cerdos Belgas, intoxicación por botellas de coca cola fabricadas en Bélgica, bacterias fecales detectadas en Shanghái en tartas de Ikea...

Leí la noticia y entendí algo así como que unos individuos, allí en esos países del norte que tomamos por tan serios, querían producir huevos más baratos, de modo que viajaron a Rumanía al trapicheo de Finopril, un desinfectante matabichos prohibido en animales destinados al consumo.

El producto se aplicó de forma generalizada en granjas y terminó en los huevos, productos derivados y probablemente en la carne de pollo, que se distribuyeron por miles sin tomar medidas porque responsables del Gobierno de Holanda se lo ocultaron a sus socios comunitarios aún sabiéndolo, no por rigurosos controles sino por un vulgar y cívico chivatazo.

Aún así, paralelo a la acción de policías y fiscales, nuestros políticos comunitarios, entre broncas y acusaciones, tratarán de recuperar nuestra confianza por estos pequeños defectos y sus expertos nos martillearán con que esto es una prueba de que la trazabilidad funciona (seguimiento del producto desde su origen), que hay que mejorar alguna cosilla en los controles y que el Fipronil perjudica tu salud pero que con otras porquerías aún puede llegar a ser mucho peor.

Con lo ocurrido, sería estupendo lograr que Europa reconozca la marca España, esa ES que aparece escrito sobre los huevos. La marca España en los huevos no se puede ligar a este tipo de piratería nórdica y si nos estuvieran envenenando se supone que nos envenenarían lo normal y con productos legales o no prohibidos por las autoridades sanitarias europeas.

Tratado el Finopril, pasemos a hablar ahora sobre la cosa de los huevos, que para el que aún no lo ha adivinado se llamaba gallina. Aquel animal hecho cosa aún conserva el pico para introducir materia prima, cuerpo para transformarla y el culo para poner huevos.

Se colocan en pequeñas jaulas donde apenas se pueden mover; se les inyecta luz artificial para evitar paradas en la producción derivadas de su origen animal: dormir, reponer su organismo…; se les inyecta todo lo necesario para que no se estropee la maquinaria, y demás secretos que desconocemos sobre estos laboratorios… Para reconocer los huevos producidos por estas cosas hay que fijarse que tengan escrito el número 3 delante de la ES. Resulta que también hay cosas que producen huevos donde se inscribe el número 2. También reciben luz artificial y tienen grandes dificultades para moverse de un sitio a otro, pero están en el suelo y son capaces de ir de un lugar a otro de la nave cerrada donde se les tiene hacinadas.

Es más bonito, incluso a estas cosas se les intuye algún instinto animal distinto al de comer y poner huevos. Pero todavía estamos a tiempo de que la gallina, como el burro, no pase a la lista de animales en peligro de extinción.

La gallina es ese animal que suele verse en muchas películas donde se recrea una vida idílica de contacto con lo natural. No son cosas, tienen vida: escarban sobre el terreno, buscan gusanos, establecen jerarquías y su sitio en el gallinero, siguen al dueño cuando les dice «pitas, pitas…», el gallo busca comida y se lo ofrece a su harén para tenerlo cerca, a veces se las lleva el águila volando o el zorro en la boca… Sí, eso todavía ocurre pero está pasado de moda y, además, teniendo en cuenta que la docena de huevos de cosa se puede adquirir por un euro, eso de tener gallinas es una costumbre poco evolucionada de los ignorantes de las leyes de la oferta y la demanda.

Alguno se preguntará: dónde meto las gallinas si vivo en un piso. Le responderé que no es necesario ser propietario para comer huevos de gallina y, por lo tanto, proteger a estos animales de su cosificación.

Junto a los huevos de cosa se venden también los de este animal, se distinguen por el número 1 (incluso 0 si están alimentadas con productos ecológicos). Si además de tener esto en cuenta, le dan una oportunidad a los pequeños productores locales (el número 24 después de la ES significa producido en la provincia) lograrán que muchos pueblos recuperen imágenes de aquella vida idílica de contacto con lo natural que suele verse en las películas. Estas granjas familiares son reales pero aún minoritarias. ¿Dónde están?, ¿onde está? Donde es, donde Ye, aquí mismo, les sorprenderá.

Por mi parte, consumo huevos frescos, de gallinas que comen lo que encuentran por el campo, cereales, los restos de la paella del domingo y sin otra trazabilidad que recogerlos del gallinero y llevarlos al frigorífico.

tracking