Cataluña no será Liliput

Durante el gatillazo separatista, Anna Gabriel, portavoz de la CUP, volvió a recalcar que eran «independentista sin fronteras». Absurda combinación, pues el independentismo es precisamente fronterita, lo mío es mío, volver al vigía en lo alto de una torreta, con un cuerno para dar el toque de alarma a poco que un forastero se acerque. Desde aquello de «La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura», que para don Quijote era prosa cristalina como el agua del Toboso, no habíamos escuchado algo tan incoherente. Y además, imposible. Como echarle kétchup al chorizo de León. Podrá argumentárseme en defensa de las combinaciones estrambóticas: el ornitorrinco es a la vez pato, caniche y merluza al ajo arriero. Vale, touché. Pero ella lo soltó durante su alocución al Parlament, en un momento adecuado para lucir sus mejores dotes oratorias. «Habíamos pensando una intervención para ser leída al mundo en varios idiomas», lamentó Gabriel, tras el inescrutable sí pero no de Puigdemont. Por cierto, una camiseta negra de manga corta sobre una camiseta blanca de manga larga no parece vestimenta apropiada para la velada, aunque terminase en proclamación interruptus. No existe un único canon del buen vestir, incluso muchas veces eso llamado elegancia es sólo mera arbitrariedad estética, pero también resulta evidente que hay mucho mal teatro en ciertos desaliños políticos, como el de Anna Gabriel. O el de Iglesias y su chaqueta de bohemio galdosiano. La mejor izquierda española nada tiene que ver con este falso abandono, que además no obedece a la realidad de la nómina.

Gabriel llama «las cadenas del 78» a nuestra Constitución. Es profesora en Derecho. ¡Uff! Anunció hace tiempo que si tuviese hijos los educaría en una «tribu». Pese a ello, en la adolescencia se le volverán de derechas, españolistas y oyentes de Jiménez Losantos. Ah, la edad del pavo. Y de la pava, of course.

El separatismo burgués y los antisistema quieren convertir la Cataluña de todos en la Liliput de unos pocos. No lo lograrán. ¿Independentistas sin fronteras? Como declararse caníbales vegetarianos. Las neuronas también dan sus gatillazos.