Diario de León
Publicado por
LA GAVETA CÉSAR GAVELA
León

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T uve la suerte de ser muy amigo de los dos. De Ramón y de Ricardo. De Ramón que había nacido en 1912 en Villafranca del Bierzo; de Ricardo, valenciano de 1917. A ambos, que llegaron a conocerse en Barcelona, donde vivieron largos años, les quise mucho y me quisieron. Ellos me abrieron la puerta de su experiencia. Ramón y Ricardo eran dos personas muy inteligentes, y compartían un carácter tan cálido como a veces duro. Duro con los miserables y de gran generosidad y cariño con las personas de bien.

Pero lo que quiero recordar ahora, de mi paisano Ramón Carnicer, del que fui amigo durante 25 años, y de Ricardo Muñoz Suay, con quien trabajé en la gestión cultural valenciana durante una década, la última de su vida, es la clarividencia de ambos a la hora de diagnosticar la terrible discordia del nacionalismo. Esa fuente de todo mal, que ha destruido Europa, que ha producido cientos de millones de muertos, que ha dividido a la sociedad y que ha tejido el odio desde la mentira, la manipulación y el cinismo. Ramón y Ricardo, dos personas que siempre fueron de izquierdas, aborrecían el camino hacia la muerte que encierra todo nacionalismo radical. Y quien no lo crea así, que recuerde los 200.000 muertos que ocasionó la desmembración de Yugoslavia, hace apenas un cuarto de siglo. Lo que nadie podía imaginar, sucedió, simbolizado en aquellos camiones llenos de adolescentes bosnios a los hacían descender en el bosque, para fusilarlos inmediatamente. Así acaba el nacionalismo. Y es muy probable que algunos de aquellos muchachos fueran vecinos, y hasta amigos, de algunos de sus verdugos. Así envenena el nacionalismo el espíritu del hombre.

Carnicer, ya me dijo en 1986 en su casa de Barcelona, donde era vecino de un sátrapa nacionalista (que luego iría preso por ladrón) que la deriva de Cataluña era catastrófica, aunque en aquellos tiempos aún provocaba tanta risa como indignación. Luego fue solo indignación: adoctrinamiento en la escuela y falacias constantes en los medios de comunicación públicos o subvencionados. Aquel día de hace 31 años Ramón me contó una entrevista que había tenido en la víspera con Jordi Pujol, que había tratado de seducirlo para la triste causa del nacionalismo identitario. Nunca olvidaré aquel relato. En cuanto a Muñoz Suay, personaje mítico de la guerra civil, de su postguerra, de la labor editorial, y sobre todo del cine (su nombre está vinculado a películas como Bienvenido Mister Marshall, Viridiana, El Verdugo y tantas otras), me decía muchas veces, en nuestras largas tardes de humor y memoria en su despacho de la plaza del ayuntamiento de Valencia, que el secesionismo catalán, entonces muy remoto e incipiente, iba a provocar un enorme desastre en la sociedad española. Yo no le creía mucho, la verdad, pensé que exageraba, pero Ricardo Muñoz Suay sabía muy bien de qué estaba hablando.

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