EDITORIAL | Demasiado por hacer aún en la accesibilidad

El próximo 4 de diciembre concluye la moratoria a nivel europeo para que los edificios fuesen accesibles. Han sido muchos años de sucesivos planes y de inversiones con un resultado muy desigual. Se ha avanzado bastante, eso es innegable. Pero la realidad que afrontan en el día a día las personas con algún tipo de discapacidad hace evidente que las barreras siguen muy presentes.

Invertir en una rampa para facilitar la entrada en un edificio puede convertirse en el mayor de los despilfarros si no se tiene en cuenta que a partir de un determinado grado de inclinación se hace imposible su uso para una persona que va en silla de ruedas. Y tener ascensores que luego en la realidad no están operativos hace que algún ciudadano se vea privado totalmente de llegar hasta esa institución o a ese recinto de cualquier tipo al que debería acceder con total normalidad.

Las medidas para garantizar la igualdad de oportunidades, la no discriminación y la accesibilidad universal tienen que hacerse realidad sin más dilaciones en ámbitos como los espacios públicos, las telecomunicaciones, los transportes, los bienes y servicios a disposición del público y el patrimonio cultural.

Recientemente surgió una queja concreta en León. En pleno debate sobre la obra de la plaza del Grano desde las organizaciones de discapacitados se pedía que se les tuviese en cuenta. No parece razonable que se les limite incluso el poder llegar a un espacio tan emblemático.